16/05/2017, 17:04
Riko atendía casi sin pestañear a la historia del hombre, que le provocaba sentimientos encontrados, un ansia de seguir escuchando que a veces se veía cortada por la intuición de que aquella historia no iba a acabar muy bien, al menos, esa era la pinta que tenía.
Una fuerte sacudida interrumpió levemente la historia, y el Senju casi tuvo que sostener al pasajero que viajaba a su lado a no caer, lo cual habría sido en parte gracioso, pero no quería cortar el ritmo de la historia, por lo que era lo mejor.
El hombre, a pesar de la interrupción, continuó firme, hablando como si nada hubiera sucedido y algo caló hondo al peliblanco.
Nuestra soberbia nos hizo olvidar las advertencias de aquel sabio que nos conto sobre aquel sitio.
Aquel era uno de los grandes problemas de la humanidad, la soberbia, y era uno de los errores más comunes que llevaban a grandes naciones a la ruina por lo que, poco a poco, sus sospechas sobre el final de la historia se iban haciendo más reales. Una fuerte ráfaga de aire volvió a sacudir nuevamente el carruaje, tirando de su asiento al hombre, que, tras unos segundos, volvió a sentarse, dispuesto a continuar su historia. Riko, por su parte, volvió a ajustarse aún más sus ropas, pues cada vez notaba más como el frío le entraba en los huesos.
Una fuerte sacudida interrumpió levemente la historia, y el Senju casi tuvo que sostener al pasajero que viajaba a su lado a no caer, lo cual habría sido en parte gracioso, pero no quería cortar el ritmo de la historia, por lo que era lo mejor.
El hombre, a pesar de la interrupción, continuó firme, hablando como si nada hubiera sucedido y algo caló hondo al peliblanco.
Nuestra soberbia nos hizo olvidar las advertencias de aquel sabio que nos conto sobre aquel sitio.
Aquel era uno de los grandes problemas de la humanidad, la soberbia, y era uno de los errores más comunes que llevaban a grandes naciones a la ruina por lo que, poco a poco, sus sospechas sobre el final de la historia se iban haciendo más reales. Una fuerte ráfaga de aire volvió a sacudir nuevamente el carruaje, tirando de su asiento al hombre, que, tras unos segundos, volvió a sentarse, dispuesto a continuar su historia. Riko, por su parte, volvió a ajustarse aún más sus ropas, pues cada vez notaba más como el frío le entraba en los huesos.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»