16/05/2017, 18:54
(Última modificación: 16/05/2017, 18:55 por Uzumaki Eri.)
El hombre miraba al chico con un extraño brillo en la mirada, y mientras éste hablaba, aquel brillo no cesó ni por un momento.
— Sí, bueno... De un día para otro mis cultivos se estropearon de la peor forma posible... Y no entiendo quién podría ser, la verdad. — Respondió sincero ante la pregunta de Karamaru. — He hablado con la mayoría de personas que habitan estas tierras y todos me conocen, si es que debería haberme dedicado a la ganadería... — Se quejó. — Iba a ir al Pub del pueblo, ¿necesitáis algo más?
— Bueno... Veníamos a intentar ofrecer una mano amiga, señor.
El hombre arqueó la ceja izquierda y luego sonrió.
— ¿Vais a ayudarme a arreglar los cultivos? — Preguntó emocionado. — ¡Eso es genial!
— ¡Per-
— ¡Solo hay que plantar semillas y regar, nada de otro mundo, no señor! — El hombre ignoraba completamente a Eri, poniéndose en marcha a lo que parecía un almacén que tenía detrás de su casa. — Mi hijo Kudo no quiere ayudarme con estas cosas, es joven, ¿sabéis? Pero no siente pasión por los cultivos, ¡y eso que es lo que le da de comer! Pero desde que... Bueno... Shiro se fue...
Eri no daba mucho crédito a lo que veía ni escuchaba, ¡al final los estaba engatusando para arreglar sus cultivos! No le importaba, claro; pero ella había venido a encontrar al culpable... Echó una ojeada a su acompañante, a ver qué opinaba él al respecto.
— Sí, bueno... De un día para otro mis cultivos se estropearon de la peor forma posible... Y no entiendo quién podría ser, la verdad. — Respondió sincero ante la pregunta de Karamaru. — He hablado con la mayoría de personas que habitan estas tierras y todos me conocen, si es que debería haberme dedicado a la ganadería... — Se quejó. — Iba a ir al Pub del pueblo, ¿necesitáis algo más?
— Bueno... Veníamos a intentar ofrecer una mano amiga, señor.
El hombre arqueó la ceja izquierda y luego sonrió.
— ¿Vais a ayudarme a arreglar los cultivos? — Preguntó emocionado. — ¡Eso es genial!
— ¡Per-
— ¡Solo hay que plantar semillas y regar, nada de otro mundo, no señor! — El hombre ignoraba completamente a Eri, poniéndose en marcha a lo que parecía un almacén que tenía detrás de su casa. — Mi hijo Kudo no quiere ayudarme con estas cosas, es joven, ¿sabéis? Pero no siente pasión por los cultivos, ¡y eso que es lo que le da de comer! Pero desde que... Bueno... Shiro se fue...
Eri no daba mucho crédito a lo que veía ni escuchaba, ¡al final los estaba engatusando para arreglar sus cultivos! No le importaba, claro; pero ella había venido a encontrar al culpable... Echó una ojeada a su acompañante, a ver qué opinaba él al respecto.