16/05/2017, 18:58
—¡Que los dinosaurios no existen! —le recordó, con cierta irritación—. Pero para lanzar ese rugido debe de ser un animal increíblemente grande y peligroso.
Me pasé la mano por la cara, intentando borrarme la incredulidad que me habían dejado en ella las palabras de la amenia esta.
— Eres muy contradictoria, los dinosaurios no existen pero ese rugido tiene toda la pinta de ser de un bicho enorme y peligroso, como, por ejemplo, un dinosaurio.
Pero lo importante ahora es que tengo que encontrar a mi hermano. Si le ocurriera algo, yo...
No dije nada, no sabía qué decir, ojalá se muera tu hermano no era una oración muy bonita que soltarle a una chica que temblaba como un flan con la sola idea de perderlo. Pero ni de coña iba a consolar a una kunoichi de Amegakure, bastante loco estaba el mundo ya para que me volviera loco yo tambien.
Ella se acercó al manso río, yo me quedé cerca del borde del claro, no me gustaba ella ni me gustaba el agua, prefería cien veces observarla a ver qué hacía y cómo lo hacía antes que seguirla de cerca. Empezó a andar por encima del agua como quien no quiere la cosa. Vaya, sabe andar sobre el agua, apunté en mi agenda mental.
Justo cuando empezaba a acercarme para no perderla de vista, un dinosaurio apareció del agua y se zampó a Ayame con tal fiereza que la hizo explotar en agua.
— ¡Te lo dije!
Quedaba un poco tonto decirselo al cocosaurio, pero tenía que decirlo. Miré al animal y él me miró a mi, acto seguido, rugió como había hecho antes.
— Si ya lo sé, yo se lo dije, señor Dinosaurio. Ven, va.
Lo mejor iba a ser estar preparado para cortar y rebanar, porque estaba claro que iba a venir cuerpo a cuerpo si es que venía. Desenvainé mi kodachi con la diestra y esperé a una distancia prudencial de un par de metros respecto del río.
Me pasé la mano por la cara, intentando borrarme la incredulidad que me habían dejado en ella las palabras de la amenia esta.
— Eres muy contradictoria, los dinosaurios no existen pero ese rugido tiene toda la pinta de ser de un bicho enorme y peligroso, como, por ejemplo, un dinosaurio.
Pero lo importante ahora es que tengo que encontrar a mi hermano. Si le ocurriera algo, yo...
No dije nada, no sabía qué decir, ojalá se muera tu hermano no era una oración muy bonita que soltarle a una chica que temblaba como un flan con la sola idea de perderlo. Pero ni de coña iba a consolar a una kunoichi de Amegakure, bastante loco estaba el mundo ya para que me volviera loco yo tambien.
Ella se acercó al manso río, yo me quedé cerca del borde del claro, no me gustaba ella ni me gustaba el agua, prefería cien veces observarla a ver qué hacía y cómo lo hacía antes que seguirla de cerca. Empezó a andar por encima del agua como quien no quiere la cosa. Vaya, sabe andar sobre el agua, apunté en mi agenda mental.
Justo cuando empezaba a acercarme para no perderla de vista, un dinosaurio apareció del agua y se zampó a Ayame con tal fiereza que la hizo explotar en agua.
— ¡Te lo dije!
Quedaba un poco tonto decirselo al cocosaurio, pero tenía que decirlo. Miré al animal y él me miró a mi, acto seguido, rugió como había hecho antes.
— Si ya lo sé, yo se lo dije, señor Dinosaurio. Ven, va.
Lo mejor iba a ser estar preparado para cortar y rebanar, porque estaba claro que iba a venir cuerpo a cuerpo si es que venía. Desenvainé mi kodachi con la diestra y esperé a una distancia prudencial de un par de metros respecto del río.
—Nabi—