26/06/2015, 03:26
Aunque la frase anterior había sido una broma, Yota había dado en el clavo cuando intervino posteriormente. Le dijo que dejara de preocuparse por él, y aunque quizás no lucía de esa manera, era probable que las palabras de Kota buscaran de manera inconsciente saber si su mellizo se encontraba bien. Después de todo, no era ni su intención ni su prioridad herirlo de manera permanente o que dejaran represalias a futuro más cuando se trataba de un simple —aunque importante— prueba de ascenso.
Él no era su padre: La familia es intocable, hay que protegerla; no eliminarla.
Por suerte, sus armas tan sólo habían rozado a su hermano. Se encontraba bien, sonriente y tan burlón como siempre, dispuesto a continuar con el espectáculo. El rostro del peliblanco se vio de pronto carismático con una gran sonrisa repleta de picardía por aquel breve intercambio de palabras, a lo que Yota respondió no con otra mueca facial sino con un rápido movimiento incitando el encuentro de nuevo a la acción. Las manos de su contrincante arrojaron como buenamente pudieron un arma idéntica a las que habían sido usadas anteriormente, cuyo filo buscó como un proyectil el cuerpo del otro Uchiha. Kota abrió los ojos de par en par puesto que algo le decía que no podría evitar aquello, teniendo también en consideración que no esperaba que su hermano se quedase allí parado tal y como él lo había hecho en su movimiento previo. Ya no había nube que les impidiera verse así que cuando el Kunai de Yota se vio interrumpido por sus paliduchas manos de Kota que sostenían por suerte un último Kunai, este estaba tan concentrado en eliminar la amenaza que aquel metal filoso representaba que no tuvo la capacidad de reaccionar a la aproximación de su hermano.
Un golpe certero en su costado izquierdo le mandó hacia atrás con un fuerte dolor en el área abdominal. Un leve quejido y el ceño fruncido así lo certificaba. Kota se mantuvo con una rodilla en tierra aunque con la mirada erguida ante aquella treta, molesto consigo mismo por no haber podido predecir aquel cúmulo de movimientos que le dejaba en parte mal parado ante el examinador, quien se había movido de su puesto unos segundos antes.
—¡Hasta que te vea a ti tumbado en el suelo, listillo!
Si algo había que admitir era que estaba cansado. No sólo era su sharingan que drenaba gran parte de su energía, sino también aquella gran bola de fuego que a pesar de sus magnitudes, igual era bastante para una persona tan joven como él. Así que teniendo en cuenta sus reservas no es que tuviese mucho por hacer, así que pensó: ¿qué podía hacer ahora?...
Sus manos rebuscaron una vez más un pequeño bolso marrón que reposaba en el costado derecho de su cintura, momento en el que dio una fuerte vuelta hacia el lado contrario y con el mismo impulso arrojó, habiendo tenido el tiempo suficiente para preparar todo, un único shuriken hacia el torso de su hermano. Su brazo de lanzamiento quedaría extendido y aguardaría hasta ver cómo se desenvolvía Yota.
Él no era su padre: La familia es intocable, hay que protegerla; no eliminarla.
Por suerte, sus armas tan sólo habían rozado a su hermano. Se encontraba bien, sonriente y tan burlón como siempre, dispuesto a continuar con el espectáculo. El rostro del peliblanco se vio de pronto carismático con una gran sonrisa repleta de picardía por aquel breve intercambio de palabras, a lo que Yota respondió no con otra mueca facial sino con un rápido movimiento incitando el encuentro de nuevo a la acción. Las manos de su contrincante arrojaron como buenamente pudieron un arma idéntica a las que habían sido usadas anteriormente, cuyo filo buscó como un proyectil el cuerpo del otro Uchiha. Kota abrió los ojos de par en par puesto que algo le decía que no podría evitar aquello, teniendo también en consideración que no esperaba que su hermano se quedase allí parado tal y como él lo había hecho en su movimiento previo. Ya no había nube que les impidiera verse así que cuando el Kunai de Yota se vio interrumpido por sus paliduchas manos de Kota que sostenían por suerte un último Kunai, este estaba tan concentrado en eliminar la amenaza que aquel metal filoso representaba que no tuvo la capacidad de reaccionar a la aproximación de su hermano.
Un golpe certero en su costado izquierdo le mandó hacia atrás con un fuerte dolor en el área abdominal. Un leve quejido y el ceño fruncido así lo certificaba. Kota se mantuvo con una rodilla en tierra aunque con la mirada erguida ante aquella treta, molesto consigo mismo por no haber podido predecir aquel cúmulo de movimientos que le dejaba en parte mal parado ante el examinador, quien se había movido de su puesto unos segundos antes.
—¡Hasta que te vea a ti tumbado en el suelo, listillo!
Si algo había que admitir era que estaba cansado. No sólo era su sharingan que drenaba gran parte de su energía, sino también aquella gran bola de fuego que a pesar de sus magnitudes, igual era bastante para una persona tan joven como él. Así que teniendo en cuenta sus reservas no es que tuviese mucho por hacer, así que pensó: ¿qué podía hacer ahora?...
Sus manos rebuscaron una vez más un pequeño bolso marrón que reposaba en el costado derecho de su cintura, momento en el que dio una fuerte vuelta hacia el lado contrario y con el mismo impulso arrojó, habiendo tenido el tiempo suficiente para preparar todo, un único shuriken hacia el torso de su hermano. Su brazo de lanzamiento quedaría extendido y aguardaría hasta ver cómo se desenvolvía Yota.