La joven rubia se presentó mostrando una actitud por mucho diferente de la de hace unos minutos atrás, también explico la razón del porque se encontraba en ese lugar, pero eso no era algo que le interesara mucho, aunque si giro un par de veces su cabeza en un vistazo a su entorno al notar que sí, ciertamente eran los únicos empapados en el lugar. Volvió a centrar su atención en la kunoichi de Ame cuando esta indago sobre su aldea.
- Lo que pasa es que…
El peliazabache estaba dispuesto a responder ignorantemente la pregunta de Reika, pero fue interrumpido por la de orbes magenta, quien respondió por el mientras recibía su pedido, tanto el empleado del lugar como su compatriota acompañante se quedaron observándolo en espera de su pedido, luego de algunos minutos algo incomodos, el niño cayo en cuenta de que esperaban algo de él.
- Eh… necesito esto- expresó estirando su mano para tomar la carta de la barra, luego de mirarla por unos segundos, se dispuso a realizar su orden-Quiero dos té negros, y…- se frenó como si estuviera haciendo algún calculo avanzado con sus dedos- una y media docena de anpan por favor, si pudiera llevarlos a aquella mesa estaría agradecido- agrego señalando nuevamente la mesa de su hermana.
Al volver su atención con las kunoichis, ya se había perdido parte de la conversación de las mismas, Eri explicaba a la rubia sus tan llamativos rasgos. A Ashito no le sorprendía el color de cabello de la Uzureña, había visto colores parecidos en la cabellera de varios, no solo en Uzu, sus ojos eran ya un tema aparte, ese color en particular, no lo había visto en nadie, era la primera vez que lo veía, sin duda alguna encajaban a la perfección con su compatriota, la verdad, no podía imaginar a otra persona con esos tan característicos ojos, tendría que verlo para poder hacerse una imagen.
Si Ashito fuera una persona perceptiva, o siquiera un poco atenta, habría notado lo tembloroso de su brazo o la mordedura del labio de Eri, pero definitivamente no era alguien que pudiera percibir esa clase de detalles, e incluso si los notaba, no sabría a que se deben, por lo que tampoco indagaría sobre ello.
De repente la puerta se abrió de par en par, sorprendiendo a todos los presentes, una mujer un poco pasada de peso ingreso al lugar corriendo y con sus ojos como platos, se le notaba asustada y acelerada. Ashito rápidamente respondió al pedido de la mujer, alejándose de las kunoichis para ir en auxilio de la recién llegada.
- ¡Que pasó, que necesita!- pregunto en el mismo tono alarmante en que la rellenita había pedido socorro.
- Lo que pasa es que…
El peliazabache estaba dispuesto a responder ignorantemente la pregunta de Reika, pero fue interrumpido por la de orbes magenta, quien respondió por el mientras recibía su pedido, tanto el empleado del lugar como su compatriota acompañante se quedaron observándolo en espera de su pedido, luego de algunos minutos algo incomodos, el niño cayo en cuenta de que esperaban algo de él.
- Eh… necesito esto- expresó estirando su mano para tomar la carta de la barra, luego de mirarla por unos segundos, se dispuso a realizar su orden-Quiero dos té negros, y…- se frenó como si estuviera haciendo algún calculo avanzado con sus dedos- una y media docena de anpan por favor, si pudiera llevarlos a aquella mesa estaría agradecido- agrego señalando nuevamente la mesa de su hermana.
Al volver su atención con las kunoichis, ya se había perdido parte de la conversación de las mismas, Eri explicaba a la rubia sus tan llamativos rasgos. A Ashito no le sorprendía el color de cabello de la Uzureña, había visto colores parecidos en la cabellera de varios, no solo en Uzu, sus ojos eran ya un tema aparte, ese color en particular, no lo había visto en nadie, era la primera vez que lo veía, sin duda alguna encajaban a la perfección con su compatriota, la verdad, no podía imaginar a otra persona con esos tan característicos ojos, tendría que verlo para poder hacerse una imagen.
Si Ashito fuera una persona perceptiva, o siquiera un poco atenta, habría notado lo tembloroso de su brazo o la mordedura del labio de Eri, pero definitivamente no era alguien que pudiera percibir esa clase de detalles, e incluso si los notaba, no sabría a que se deben, por lo que tampoco indagaría sobre ello.
De repente la puerta se abrió de par en par, sorprendiendo a todos los presentes, una mujer un poco pasada de peso ingreso al lugar corriendo y con sus ojos como platos, se le notaba asustada y acelerada. Ashito rápidamente respondió al pedido de la mujer, alejándose de las kunoichis para ir en auxilio de la recién llegada.
- ¡Que pasó, que necesita!- pregunto en el mismo tono alarmante en que la rellenita había pedido socorro.

- Hablo-
<<Pienso>>