18/05/2017, 14:24
(Última modificación: 29/07/2017, 02:13 por Amedama Daruu.)
Cuando Ayame inquirió sobre los encapuchados, uno de ellos giró el rostro con cara de malos amigos. Daruu bajó la mirada y se puso la mano en la frente. Pero qué canteo.
Aunque sí es cierto que era sospechoso. Daruu los miró varias veces de reojo, pero sólo parecían estar jugando a la cartas.
Daruu se frotó las manos y se relamió sin mostrar ningún reparo por ser indiscreto, e inmediatamente y sin que nadie se lo pidiera cogió un cuchillo y comenzó a partir la pizza por la mitad.
—¿Te pasa algo, Ayame?
—Yo... esto... no... —balbuceaba, cada vez más y más roja. Las orejas le ardían y por un momento un doloroso nudo atenazó su garganta. Tuvo que tragar saliva para deshacerlo—. Yo... No sé como se come esto...
«Es verdad, me contó que nunca había probado una. Y va a probar primero una pizza del gran Buitonin, ¡madre mía, qué suerte!»
—Es muy fácil, sólo tienes que partirla en ocho trozos, ¿ves? Así —explicó, mientras volvía a partirla por la mitad, y luego hacía otros dos cortes más pasando por el centro—. La masa es de pan, no es como una tarta. La puedes coger desde debajo, con cuidado de no quemarte y la... ¡muerdes!
Le pegó un bocado, y, extasiado, se dejó caer hacia atrás en el respaldo mientras una bomba de queso y nata estallaba en el interior de su boca como un pequeño trozo de paraíso, como un big bang que había creado un universo de placer en todas y cada una de sus papilas gustativas.
—¡De... deli... ciosa!
Aunque sí es cierto que era sospechoso. Daruu los miró varias veces de reojo, pero sólo parecían estar jugando a la cartas.
···
Daruu se frotó las manos y se relamió sin mostrar ningún reparo por ser indiscreto, e inmediatamente y sin que nadie se lo pidiera cogió un cuchillo y comenzó a partir la pizza por la mitad.
—¿Te pasa algo, Ayame?
—Yo... esto... no... —balbuceaba, cada vez más y más roja. Las orejas le ardían y por un momento un doloroso nudo atenazó su garganta. Tuvo que tragar saliva para deshacerlo—. Yo... No sé como se come esto...
«Es verdad, me contó que nunca había probado una. Y va a probar primero una pizza del gran Buitonin, ¡madre mía, qué suerte!»
—Es muy fácil, sólo tienes que partirla en ocho trozos, ¿ves? Así —explicó, mientras volvía a partirla por la mitad, y luego hacía otros dos cortes más pasando por el centro—. La masa es de pan, no es como una tarta. La puedes coger desde debajo, con cuidado de no quemarte y la... ¡muerdes!
Le pegó un bocado, y, extasiado, se dejó caer hacia atrás en el respaldo mientras una bomba de queso y nata estallaba en el interior de su boca como un pequeño trozo de paraíso, como un big bang que había creado un universo de placer en todas y cada una de sus papilas gustativas.
—¡De... deli... ciosa!