18/05/2017, 23:18
(Última modificación: 29/07/2017, 02:15 por Amedama Daruu.)
—Es muy fácil, sólo tienes que partirla en ocho trozos —le explicó Daruu, que ya había partido la pizza por la mitad con la ayuda de un cuchillo, y ahora volvía a repetir el proceso para crear cuatro cuartos—. ¿Ves? Así. La masa es de pan, no es como una tarta. La puedes coger desde debajo, con cuidado de no quemarte y la... ¡muerdes!
Ayame torció el gesto, no demasiado convencida con la explicación. No estaba acostumbrada a comer cosas con las manos. Sin embargo, Kōri se adelantó y tomó otra porción de la pizza. Se la llevó a la boca, y sin un ápice de expresión de gusto o disgusto en su rostro, siguió masticando en silencio.
—¡De... deli... ciosa! —gimió Daruu, que también había catado ya su preciado manjar.
Ayame alzó una mano, aún dubitativa. Colocó los dedos bajo la masa de pan con cuidado para no quemarse y alzó la porción con sumo cuidado. Cuando se la llevó a la boca y sintió el sabor del queso mezclado con la suavidad de la nata, algo se removió dentro de ella.
—¡Qué rica! —exclamó extasiada, cerrando los ojos con gusto—. Ni siquiera sabe el champiñón, ¡menos mal!
—Había pensado en aprovechar la cena para conocernos un poco mejor —intervino Kōri entonces, mientras tomaba una segunda porción de la pizza.
—¿A qué te refieres? —preguntó Ayame, extrañada, con el trozo de pizza en vilo a medio engullir. ¿Cómo iban a conocerse mejor si eran hermanos y vecinos?
—Los tres somos muy cercanos, pero al mismo tiempo sabemos muy poco de nosotros —explicó Kōri, como si le hubiese leído el pensamiento. Pegó un nuevo bocado, y aún se tomó varios segundos para masticar y tragar antes de continuar—. Cosas como qué os gusta, qué os disgusta, qué teméis, que sueños de futuro tenéis...
»¿Daruu-kun, empiezas?
Directo como una saeta.
Ayame torció el gesto, no demasiado convencida con la explicación. No estaba acostumbrada a comer cosas con las manos. Sin embargo, Kōri se adelantó y tomó otra porción de la pizza. Se la llevó a la boca, y sin un ápice de expresión de gusto o disgusto en su rostro, siguió masticando en silencio.
—¡De... deli... ciosa! —gimió Daruu, que también había catado ya su preciado manjar.
Ayame alzó una mano, aún dubitativa. Colocó los dedos bajo la masa de pan con cuidado para no quemarse y alzó la porción con sumo cuidado. Cuando se la llevó a la boca y sintió el sabor del queso mezclado con la suavidad de la nata, algo se removió dentro de ella.
—¡Qué rica! —exclamó extasiada, cerrando los ojos con gusto—. Ni siquiera sabe el champiñón, ¡menos mal!
—Había pensado en aprovechar la cena para conocernos un poco mejor —intervino Kōri entonces, mientras tomaba una segunda porción de la pizza.
—¿A qué te refieres? —preguntó Ayame, extrañada, con el trozo de pizza en vilo a medio engullir. ¿Cómo iban a conocerse mejor si eran hermanos y vecinos?
—Los tres somos muy cercanos, pero al mismo tiempo sabemos muy poco de nosotros —explicó Kōri, como si le hubiese leído el pensamiento. Pegó un nuevo bocado, y aún se tomó varios segundos para masticar y tragar antes de continuar—. Cosas como qué os gusta, qué os disgusta, qué teméis, que sueños de futuro tenéis...
»¿Daruu-kun, empiezas?
Directo como una saeta.