19/05/2017, 00:26
—Siendo sincero, me emociona más eso del coche de caballos, es la primera vez que monto en uno y... ¡¡MOLA MAZO!!
—Ya veo… —respondió el espadachín, que no estaba relacionado con aquella animada expresión—. La verdad, a mi también me emociona bastante. De donde vengo es habitual montar en carreta, pero el nivel de comodidad no es ni cercano al de uno de estos vehículos.
En su pueblo los caballos y los vehículos tirados por los mismos no eran nada extraño. Bien podía echarse en la parte de atrás de alguno de ellos mientras regresaban de recoger la cosecha, pero siempre estaban sucios y llenos tierra e insectos, por lo que no era la mejor opción para dar un paseo. En cambio, en aquella villa habían convertido el viaje en carreta en todo un lujo moderno. El andar era suave y los asientos tan confortables que era menester el considerar el olvidarse del destino y extender la experiencia en un viaje sin rumbo.
El suave recorrido continuaba y algunas preguntas se agolpaban en la cabeza del Hakagurē.
—Nunca antes he estado en una cafetería —admitió ante su compañero—. ¿Qué clase de lugar será? ¿Y qué quiere decir que un sitio sea “temático”?
Sus grises ojos demostraban que le avergonzaba un poco hacer esas preguntas, el típico temor a parecer un palurdo que no se enteraba de nada.
—Ya veo… —respondió el espadachín, que no estaba relacionado con aquella animada expresión—. La verdad, a mi también me emociona bastante. De donde vengo es habitual montar en carreta, pero el nivel de comodidad no es ni cercano al de uno de estos vehículos.
En su pueblo los caballos y los vehículos tirados por los mismos no eran nada extraño. Bien podía echarse en la parte de atrás de alguno de ellos mientras regresaban de recoger la cosecha, pero siempre estaban sucios y llenos tierra e insectos, por lo que no era la mejor opción para dar un paseo. En cambio, en aquella villa habían convertido el viaje en carreta en todo un lujo moderno. El andar era suave y los asientos tan confortables que era menester el considerar el olvidarse del destino y extender la experiencia en un viaje sin rumbo.
El suave recorrido continuaba y algunas preguntas se agolpaban en la cabeza del Hakagurē.
—Nunca antes he estado en una cafetería —admitió ante su compañero—. ¿Qué clase de lugar será? ¿Y qué quiere decir que un sitio sea “temático”?
Sus grises ojos demostraban que le avergonzaba un poco hacer esas preguntas, el típico temor a parecer un palurdo que no se enteraba de nada.