19/05/2017, 03:25
Sonreí e imité la acción del narrador, de esta forma le daría a entender que escuché su historia hasta el final. Nadie más se manifestó por lo que la atracción principal del trineo había culminado, así como la tormenta que en su momento azotó al vehículo, se escuchó el silencio y luego murmullos de los demás viajeros.
—Haze, despierta seguro que pronto llegamos.— Dije a la par que le movía suavemente de un lado al otro.
El Hyuuga seguía rendido, no respondió ante mis estímulos, pero sí noté que sus mejillas estaban sonrosadas, coloqué mi palma en su cuello para corroborar su temperatura, estaba un poco caliente, pero nada de qué preocuparse. —Guarda un poco de sueño para la noche jeje.— Bromeé e insistí hasta que despertase.
—Oi oi… Que pesado eres Kei-chan.— Replicó el ojiblanco mientras salía del mundo de Morfeo.
—Te perdiste la historia de los primeros pobladores, parece que el protagonista del cuento manejaba el Katon muy bien, además es de apellido Sarutobi, ha de ser familia de Kyubei.— Expliqué refiriéndonos a la vecina del edificio.
—Podemos preguntarle luego, aunque no creo que sepa de él, pero ya tenemos algo que contarle, bueno tú.— Me tiró el muerto a mí, ¿debía contarle esta historia? La respuesta era no, no tenía interés, además Kyubei era un poco extraña.
El trineo disminuyó la velocidad paulatinamente hasta el momento que no se movió más, el anuncio del conductor notificó que ya estábamos en el lugar de destino, Hakushi. De ese pueblo poco se conocía, por no decir que no sabía nada al respecto. Lo siguiente que vi fue la luz cegadora del sol, tras unos breves segundos mis pupilas se adaptaron y observaron la nieve, estaba resplandeciente y por todos lados.
El trineo volvió a ser como antes, ya no estaba el cuero que protegía a los viajeros y el panorama se manifestó, observé al primer chico descender, y seguro le seguiría más personas, así que esperé hasta el final para bajar del vehículo. Hazegawa salió primero y finalmente yo.
La cordillera fue lo primero que reconocí y luego el pueblo, que se encontraba justo debajo de la formación rocosa, seguro que ahí hacía aún más frío. Las casas del lugar tenían un estilo uniforme, sí todas y cada una de ellas eran similares, lo que resaltaba del resto era aquella estructura de dorada y naranja, debió llamar la atención de más de uno, y yo era uno de ellos.
”Ese debe ser el hotel” Aseguré sin dudar de ello. El guía se encargó de llevarnos al centro del pueblo, ambos dimos pasos lentos siguiendo al que tiraba del trineo y llevaba el equipaje.
La sombra del edificio nos protegió y la presencia de un hombre capto mi atención, no era el único pero sí el que resaltaba, ¿sería el dueño? A pesar de que varios se estaban despojando de alguna de sus protecciones para el frío, en lo personal me quedé con ellas, estaba más cómodo así.
—Gracias por la bienvenida.— Emití tras una leve reverencia hacia su persona. —Que nombre tan interesante le ha colocado.— Hice enfasis en el nido de cristal.
Hazegawa se quedó detallando la estructura en sí y la similitud con el caserío a su alrededor.
—Haze, despierta seguro que pronto llegamos.— Dije a la par que le movía suavemente de un lado al otro.
El Hyuuga seguía rendido, no respondió ante mis estímulos, pero sí noté que sus mejillas estaban sonrosadas, coloqué mi palma en su cuello para corroborar su temperatura, estaba un poco caliente, pero nada de qué preocuparse. —Guarda un poco de sueño para la noche jeje.— Bromeé e insistí hasta que despertase.
—Oi oi… Que pesado eres Kei-chan.— Replicó el ojiblanco mientras salía del mundo de Morfeo.
—Te perdiste la historia de los primeros pobladores, parece que el protagonista del cuento manejaba el Katon muy bien, además es de apellido Sarutobi, ha de ser familia de Kyubei.— Expliqué refiriéndonos a la vecina del edificio.
—Podemos preguntarle luego, aunque no creo que sepa de él, pero ya tenemos algo que contarle, bueno tú.— Me tiró el muerto a mí, ¿debía contarle esta historia? La respuesta era no, no tenía interés, además Kyubei era un poco extraña.
El trineo disminuyó la velocidad paulatinamente hasta el momento que no se movió más, el anuncio del conductor notificó que ya estábamos en el lugar de destino, Hakushi. De ese pueblo poco se conocía, por no decir que no sabía nada al respecto. Lo siguiente que vi fue la luz cegadora del sol, tras unos breves segundos mis pupilas se adaptaron y observaron la nieve, estaba resplandeciente y por todos lados.
El trineo volvió a ser como antes, ya no estaba el cuero que protegía a los viajeros y el panorama se manifestó, observé al primer chico descender, y seguro le seguiría más personas, así que esperé hasta el final para bajar del vehículo. Hazegawa salió primero y finalmente yo.
La cordillera fue lo primero que reconocí y luego el pueblo, que se encontraba justo debajo de la formación rocosa, seguro que ahí hacía aún más frío. Las casas del lugar tenían un estilo uniforme, sí todas y cada una de ellas eran similares, lo que resaltaba del resto era aquella estructura de dorada y naranja, debió llamar la atención de más de uno, y yo era uno de ellos.
”Ese debe ser el hotel” Aseguré sin dudar de ello. El guía se encargó de llevarnos al centro del pueblo, ambos dimos pasos lentos siguiendo al que tiraba del trineo y llevaba el equipaje.
La sombra del edificio nos protegió y la presencia de un hombre capto mi atención, no era el único pero sí el que resaltaba, ¿sería el dueño? A pesar de que varios se estaban despojando de alguna de sus protecciones para el frío, en lo personal me quedé con ellas, estaba más cómodo así.
—Gracias por la bienvenida.— Emití tras una leve reverencia hacia su persona. —Que nombre tan interesante le ha colocado.— Hice enfasis en el nido de cristal.
Hazegawa se quedó detallando la estructura en sí y la similitud con el caserío a su alrededor.