19/05/2017, 12:06
—Eso sería muy interesante y muy gracioso. Como sea, espero que sea un lugar interesante donde pueda aprender un par de cosas.
Riko miró a su compañero que, por primera vez desde que lo había conocido había salido de aquel temperamento serio que le había caracterizado, y eso le reconfortaba, quería decir que no le disgustaba su compañía.
Los dos jóvenes siguieron su camino en el coche de caballos, pasando por varias calles de la aldea, en la que todo el mundo se les quedaba mirando, sobre todo los niños más pequeños que se quedaban embobados con los caballos que tiraban del carro.
—Este es el sitio, el café Damas y Caballeros
Casi ni se había dado cuenta pero sí, ya habían llegado al lugar en el que tendrían que trabajar, por lo que el peliblanco se bajó del carro, esperando a su compañero.
— Muchas gracias, jefe. — Se despidió el joven del cochero, con una leve reverencia.
Ambos jóvenes entonces se dirigieron hacia el local, esquivando o apartando a la gente que obstaculizaba su camino, pues al parecer era un lugar bastante conocido y era una reapertura, por lo que lo normal era que estuviera hasta los topes aquel día.
—No parecen ser parte de mis clientes habituales, así que imagino que no es la reinauguración lo que les trae por aquí. Mi tiempo es valioso, así que díganme, chiquillos, ¿quiénes son y que asuntos tienen conmigo?
Alguien respondió, abriendo la puerta ante la llamada de Kōtetsu.
— Hola, buenos días, mi nombre es Riko, y él es Kōtetsu — Presentó el joven. — , somos genin y hemos venido porque usted pidió ayuda para hoy y nos han asignado esta tarea, tome. — Concluyó el muchacho, ofreciéndole el pergamino que les habían otorgado en el edificio del Kage.
Riko miró a su compañero que, por primera vez desde que lo había conocido había salido de aquel temperamento serio que le había caracterizado, y eso le reconfortaba, quería decir que no le disgustaba su compañía.
Los dos jóvenes siguieron su camino en el coche de caballos, pasando por varias calles de la aldea, en la que todo el mundo se les quedaba mirando, sobre todo los niños más pequeños que se quedaban embobados con los caballos que tiraban del carro.
—Este es el sitio, el café Damas y Caballeros
Casi ni se había dado cuenta pero sí, ya habían llegado al lugar en el que tendrían que trabajar, por lo que el peliblanco se bajó del carro, esperando a su compañero.
— Muchas gracias, jefe. — Se despidió el joven del cochero, con una leve reverencia.
Ambos jóvenes entonces se dirigieron hacia el local, esquivando o apartando a la gente que obstaculizaba su camino, pues al parecer era un lugar bastante conocido y era una reapertura, por lo que lo normal era que estuviera hasta los topes aquel día.
—No parecen ser parte de mis clientes habituales, así que imagino que no es la reinauguración lo que les trae por aquí. Mi tiempo es valioso, así que díganme, chiquillos, ¿quiénes son y que asuntos tienen conmigo?
Alguien respondió, abriendo la puerta ante la llamada de Kōtetsu.
— Hola, buenos días, mi nombre es Riko, y él es Kōtetsu — Presentó el joven. — , somos genin y hemos venido porque usted pidió ayuda para hoy y nos han asignado esta tarea, tome. — Concluyó el muchacho, ofreciéndole el pergamino que les habían otorgado en el edificio del Kage.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»