20/05/2017, 12:15
(Última modificación: 29/07/2017, 02:15 por Amedama Daruu.)
—Me fufta la piffa. —respondió él, con la boca llena de pizza, y Ayame no pudo evitar reírse. Kōri, para variar, seguía tan impertérrito como siempre—. Aunque eso ya es evidente. Ya he contado que la cocina, también. No me gusta el pescado. Odio el pescado. Y no tengo ningún sueño.
Hizo una breve pausa, pero después añadió más. Quizás al ser consciente de la mirada sorprendida que le habían dirigido sus compañeros:
—Vale, vale, ya me explico un poco más. A ver... Cosas que no me gusten. Mmh, no sé, mira, soy consciente de que ser ninja no va a ser un trabajo limpio toda la vida, pero hay a quien le gusta hacer daño a los demás, le gusta matar, todo eso. A mí no me gusta. Tiene que hacerse, pero no debería ser algo placentero. ¿Se entiende? Ese tipo de gente me da asco.
Kōri asintió, conforme con su explicación.
—Y de verdad, no tengo ningún sueño —añadió a continuación—. Vivir una vida normal, ya sea como ninja o ganándome la vida haciendo pizza o en la pastelería de mi madre. ¿Es... malo, no tener nada a lo que aspirar?
Ayame guardó silencio, no muy segura de lo que debía responder a aquella pregunta. Por suerte, su hermano tomó la iniciativa:
—En realidad, ya estás aspirando a algo, Daruu-kun. Estás aspirando a tener una vida normal, ya sea de una forma u otra. Sigue siendo un sueño, tan respetable como cualquier otro.
Cogió otro trozo de pizza, y Ayame se contuvo de hacer lo mismo pese a que sólo quedaban dos trozos más. Estaba esperando, con el corazón galopante y las orejas encendidas.
—¿Ayame?
«Lo sabía...»
—Yo... bueno... Me gusta bastante dibujar. No es algo a lo que me dedicaría de forma profesional, pero me gusta hacerlo como hobby en mis ratos libres. No me gusta... —Ayame se removió en su asiento, evitando el contacto visual tanto con Daruu como con Kōri. Inconscientemente, se reajustó la bandana sobre la frente—. No me gustan las personas que se aprovechan de la debilidad de otros... Los detesto —Añadió, con las mandíbulas apretadas. No dio más detalles al respecto, y no se dio cuenta de la penetrante mirada que le estaba dirigiendo Kōri en aquellos momentos hasta que no alzó la mirada para responder a las últimas preguntas, roja como un tomate—. Me da mucho miedo la oscuridad, desde pequeña. Y, sobre mis aspiraciones... —Se interrumpió, algo insegura. Pero respiró hondo y se obligó a terminar con aquello—. Quiero que mi padre me reconozca, que vea mi valía.
Entonces sí, tomó el trozo de pizza y se lo llevó a la boca, queriendo refugiarse en el sabor del queso. Se había formado un denso silencio entre los tres de repente. Un silencio que le ponía los pelos de punta. Ni siquiera se atrevía a alzar la mirada para comprobar cuál había sido la reacción de sus dos compañeros.
Hizo una breve pausa, pero después añadió más. Quizás al ser consciente de la mirada sorprendida que le habían dirigido sus compañeros:
—Vale, vale, ya me explico un poco más. A ver... Cosas que no me gusten. Mmh, no sé, mira, soy consciente de que ser ninja no va a ser un trabajo limpio toda la vida, pero hay a quien le gusta hacer daño a los demás, le gusta matar, todo eso. A mí no me gusta. Tiene que hacerse, pero no debería ser algo placentero. ¿Se entiende? Ese tipo de gente me da asco.
Kōri asintió, conforme con su explicación.
—Y de verdad, no tengo ningún sueño —añadió a continuación—. Vivir una vida normal, ya sea como ninja o ganándome la vida haciendo pizza o en la pastelería de mi madre. ¿Es... malo, no tener nada a lo que aspirar?
Ayame guardó silencio, no muy segura de lo que debía responder a aquella pregunta. Por suerte, su hermano tomó la iniciativa:
—En realidad, ya estás aspirando a algo, Daruu-kun. Estás aspirando a tener una vida normal, ya sea de una forma u otra. Sigue siendo un sueño, tan respetable como cualquier otro.
Cogió otro trozo de pizza, y Ayame se contuvo de hacer lo mismo pese a que sólo quedaban dos trozos más. Estaba esperando, con el corazón galopante y las orejas encendidas.
—¿Ayame?
«Lo sabía...»
—Yo... bueno... Me gusta bastante dibujar. No es algo a lo que me dedicaría de forma profesional, pero me gusta hacerlo como hobby en mis ratos libres. No me gusta... —Ayame se removió en su asiento, evitando el contacto visual tanto con Daruu como con Kōri. Inconscientemente, se reajustó la bandana sobre la frente—. No me gustan las personas que se aprovechan de la debilidad de otros... Los detesto —Añadió, con las mandíbulas apretadas. No dio más detalles al respecto, y no se dio cuenta de la penetrante mirada que le estaba dirigiendo Kōri en aquellos momentos hasta que no alzó la mirada para responder a las últimas preguntas, roja como un tomate—. Me da mucho miedo la oscuridad, desde pequeña. Y, sobre mis aspiraciones... —Se interrumpió, algo insegura. Pero respiró hondo y se obligó a terminar con aquello—. Quiero que mi padre me reconozca, que vea mi valía.
Entonces sí, tomó el trozo de pizza y se lo llevó a la boca, queriendo refugiarse en el sabor del queso. Se había formado un denso silencio entre los tres de repente. Un silencio que le ponía los pelos de punta. Ni siquiera se atrevía a alzar la mirada para comprobar cuál había sido la reacción de sus dos compañeros.