Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#44
Kori observó con perspicacia a Daruu, luego a Ayame.

—Os ayudaré. A los dos. Haré todo lo que esté en mi mano. En igualdad de condiciones, si es eso lo que temes, Daruu-kun —le dijo, volviéndose hacia él. Y entonces, aunque igual que desangelado que siempre, entrecerró ligeramente los ojos—. Es normal que sientas ese recelo, pero, como ninja y vuestro sensei, confío en mi capacidad para dejar los sentimientos a un lado.

Daruu levantó la mirada y la clavó en aquellos desangelados ojos de color azul claro, sinceramente sorprendido. «Ha leído a través de mi como un libro abierto. ¿Cómo?» A simple vista, Kori no parecía ser del tipo que se preocupa por los sentimientos de los demás, ni por los suyos. Pero Daruu acababa de descubrir que simplemente era la descripción perfecta de una puerta acorazada.

Guardaba cosas, pero las guardaba muy bien. La verdad, sentía una gran admiración por Kori. Siempre la había sentido. Tenía aspecto de ser alguien muy fuerte, y nunca perdía los estribos. Era...

...guay.

Además, siempre había sentido una curiosidad innata por la persona en sí. El tío era frío, honraba a su nombre, pero es que despedía frío. ¿Cómo era posible? Se fijó en el bollito que Kori tenía en la mano. «Quizás le gustan tanto porque él mismo se parece al ingrediente secreto del bollo. Nunca lo había pensado, pero... Es que parece que tiene hasta sentido.»

»Sin embargo, debes tener cuidado con esa nueva aspiración tuya. El no querer perder puede llevar fácilmente al ansia de poder. Y ese ansia de poder puede llegar a convertirse en un arma de doble filo.

Daruu asintió, e hizo un ademán con la mano restándole importancia.

—El único motivo por el que quiero ser más fuerte es para poder hacer mejor mi trabajo y para sentirme realizado. Sé que suena extraño, pero lo he visto muchas veces, ¿no? Hay muchas filosofías que se basan en eso. ¡Cultivar el cuerpo y el espíritu! —Adoptó una extraña pose fruto de la combinación del kata típico de los Hyuuga y de estar sentado—. ¡Jeje!

De pronto, una bombilla se encendió dentro de su cabeza. Observó la bolsa de plástico verde de la mesa con los bollitos de vainilla, y luego giró la cabeza para ver su mochila, abierta.

Miró a Kori. Sus ojos no reflejaron nada. Daruu entrecerró los suyos.

—¡Eh, maldito ladrón, Kori-sensei! ¡Esos bollitos no son tuyos! ¡Es una adicción muy seria ya!

Dijo, levantándose de golpe y señalándole, furioso


···


Acabaron compartiendo la bolsa de bollitos entre los tres. Daruu todavía seguía hambriento, consecuencia de haberse dejado toda aquella pizza la noche anterior. «¡Pero qué idiota que fui, jo! Desprecié la obra del gran Buitonin... No me merezco vivir.»

Frenó en seco, y señaló con desgana una estrecha puerta roja. El edificio no tenía ventanas, como si fuese una especie de prisión. Por si no pudiera ser más misterioso, no era el escaparate de ningún mercader a simple vista, sólo había un letrero en la puerta que rezaba:

Kojiro-san


—Es aquí —dijo—. Tendréis, erh... No es mi intención hacer de líder y nada, pero la misión especificaba que yo me encargaría de comprarlo, así que... Tendréis que esperar aquí.

«Claro que... Mamá no me ha dejado los guantes. Supongo que aquí es donde encaja Kori en todo esto. ¿Lo tenía pensado desde el principio?»

—Necesitaré tu ayuda, Kori-sensei. Cuando salga de ahí con una caja, por favor, quiero que la cojas inmediatamente, ¿de acuerdo? Por favor. No podré sostenerla por mucho tiempo.

Hizo una pausa.

—¿Bien? Bien. Allá voy.

Toc, toc.


···


Si el edificio no tenía ventanas es porque no era una casa ni una tienda, sino una especie de huerto urbano gigantesco en un patio interior. Daruu estaba de pie frente a un señor mayor, bajito, con gafas y perilla. Se la acariciaba despacio con cara de no muy buenos amigos.

—Esto es menos que lo de la última vez, mocoso. ¿Me tomas el pelo?

—O lo tomas o lo dejas. Si he tenido que venir a buscar más fresas es porque las últimas estaban ya medio podridas.

—Bueno, ¿y qué si decido dejarlo? No te vendo las fresas y ya está. Además, cuando os las di estaban perfectamente.

¡Bah, venga, Kojiro! Sabes tan bien como nosotros que en esta variedad no se nota hasta prácticamente el final de la maduración. ¿Por quién me has tomado? Además, ¿recuerdas lo que pasó la última vez que le quisiste negar a mi madre un pedido? ¿Te lo recuerdo? Hemos tomado muchas molestias en venir hasta aquí. —Peligroso, entrecerró los ojos y dio un paso hacia adelante, quedándose prácticamente a un centímetro del viejo.

El anciano echó el brazo hacia atrás y lo propulsó hacia adelante. Daruu agarró la extremidad al vuelo, interpuso el pie, puso la otra mano detrás de la cabeza y... Tiró de la muñeca y empujó de la nuca, derribando al viejo en el suelo.

—Un mocoso. Por eso me has tomado. "Un mocoso que no se atrevería ni a imitar el diez por ciento de la personalidad de Kiroe". ¿Verdad? Esa es la cara que has puesto. Pues te diré lo que vas a hacer.

»Timaste a mi madre. —Se agachó frente a él y metió la mano en su portaobjetos. Sustrajo un kunai, y lo observó, casual, contemplando los reflejos de la luz en el filo—. De modo que nos debes una compensación. Me las vas a dar a mitad de precio, por las molestias. Y me vas a poner una caja bien grandota y bien llena. Y si vuelves a dárselas en mal estado, la próxima vez vendrá ella, y puede que lo pases muy, pero que muy mal...

—¿¡A la mitad!? ¡Tú estás lo... —Daruu le enseñó su propio reflejo en una de las caras del kunai—. ¡Vale, vale! Puto mocoso de mierda.

Daruu buscó en su bolsillo y le extendió unos billetes a Kojiro.

Kojiro se levantó, con dificultad, tomó el dinero que le ofrecía Daruu a regañadientes y se acercó a una de las plantas del fondo. Daruu, a sus espaldas, se limpió una gota de sudor que resbalaba por el lateral de su cabeza y guardó el kunai. «Por poco no consigo mantener el farol. Definitivamente a mi madre le sale mejor. No está bien extorsionar a la gente... Pero es que él siempre intenta timarnos. Y por muy buenas que sean las fresas shiroshimo, son extremadamente caras como para que encima el tío este te de las que ya están pasadas.»

El anciano se puso unos guantes, con cuidado, y acercó hacia sí una caja y un cuchillo. Procurando no acercar demasiado la cara, agarró una de las fresas, blanca como la nieve y con las hojas de un aspecto cristalizado como el hielo, y cortó el tallo, que sonó como si alguien rompiese una copa de vino contra el suelo. Los frutos despedían un vaho como el que saldría de una cámara de congelación.

Las fresas shiroshimo eran el ingrediente secreto de los bollitos de vainilla. Eran muy caras, pero tenían unas propiedades peculiares. MUY peculiares. Para empezar, tenían un sabor increíble. Tan increíble que no se podían comer si no era en cantidades minúsculas. Los bollitos, por ejemplo, las tenían ralladas en la crema de vainilla que tenían dentro, y era, desde luego, muy, muy poca ralladura de fresa. Prácticamente polvo. Esto era una ventaja, en verdad: una sola caja le podía durar a Kiroe unos meses. Eran increíblemente difíciles de manejar: siempre con unos guantes especiales, porque sólo tenerlas cerca ya era como tocar un cubito de hielo, y si las tocabas, en menos de cinco segundos se te había congelado la mano. Y por último, duraban meses sin estropearse, lo que en cierta medida... justificaba su precio. Pero no si te las daban al final de su ciclo porque no habías podido encasquetárselas a nadie más.

Kojiro colocó en la caja un buen puñado de fresas y tapó el recipiente con una tapa de madera. Con cuidado, y sin quitarse los guantes, la cogió y se dirigió hacia Daruu.

—Espera un momento. ¿Vas a transportarlo así, sin guantes? Chico, cuando des diez pasos, tus manos se habrán congelado por completo. ¡Incluso a través de la caja, estas fresas son muy peligrosas!

Daruu se quitó su capa de viaje y extendió las manos.

—Bah, con eso no te da nada más que hasta la puerta, quizás un poco más.

—Suficiente. Tengo a mi propia fresa shiroshimo humana esperándome ahí fuera. —Hizo un ademán a la puerta, sonriendo—. Vamos, que tenemos un largo viaje por delante.


···


Daruu abrió la puerta con un costado del cuerpo, jadeando y con las manos temblando de puro frío incluso debajo de la capa de viaje. Se acercó a Kori con rapidez —toda la que pudo, porque la caja pesaba un poco—, y le dio la caja a toda prisa.

Jadeó más fuerte y apoyó las manos en los muslos, frotándose para recuperar el calor. Las tenía entumecidas y rojas. Se las frotó una vez más y cogió la capa, que había caído al suelo. Se la echó por encima.

—¿Hora del viaje de vuelta, supongo? —Sonrió, e hizo el símbolo de OK con la mano derecha.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
Responder


Mensajes en este tema
(D) El ingrediente secreto - por Aotsuki Ayame - 4/04/2017, 19:54
RE: (D) El ingrediente secreto - por Amedama Daruu - 24/05/2017, 00:49


This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.