27/06/2015, 14:48
(Última modificación: 27/06/2015, 14:49 por Uchiha Akame.)
Kunie se dejaba halagar con la habilidad de una auténtica reina, premiando las palabras de Yoshimitsu con una sonrisa y una mirada pícara de tanto en tanto. Era consciente de que el chico estaba siendo honesto en sus palabras, pero para la kunoichi era tan sólo un juego. Eso no significaba que hubiera malicia o crueldad en él, más bien entretenimiento. Y, si además podía conocer las habilidades de un shinobi de Kusagakure, mejor que mejor. Kisho, su padre adoptivo y maestro, siempre le repetía una mística frase para ilustrar la filosofía del ninja.
Como buena alumna, Kunie se aplicaba el cuento. Aunque aquel niño pelirrojo no era su enemigo ni mucho menos, ¿qué daño podía hacer indagar un poco en su bolsa de trucos? Curiosidad y deber satisfechos a partes iguales. La Asahina podía hinchar el pecho orgullosa aquella mañana.
El vuelo del pajarillo la sobresaltó de tal forma que casi se cae del escalón. Impresionada, observó cómo la figura de arcilla sobrevolaba sus cabezas, como si estuviese tan viva como los verdaderos pájaros que cantaban entre las cañas de bambú. Yoshimitsu la advirtió de que se tapase los oídos, y así hizo. Con un estallido atronador, el pájaro explotó en una bola de fuego y humo.
- Oh... - fue cuanto pudo decir la chica, todavía asombrada de que existiera una técnica así.- Eso sí que ha sido... Inesperado. - apartó la mirada del lugar de la explosión para fijarla de nuevo sobre el niño.- Nunca había conocido a un ninja que fuese capaz de hacer algo así, Yoshimitsu-kun. ¡Ha sido increíble!
Kunie se sentía en deuda con el Bakuhatsu, de modo que decidió dejarle caer alguna perla. Se llevó una mano a la sien de forma dramática, mientras cerraba los ojos fingiendo concentración. Quizás estaba a punto de revelar demasiado sus cartas, pero... En cierto modo se sentía en deuda con el shinobi de Kusagakure.
- Yo también me sé un truco muy bueno, ¡ya verás! Piensa en un número. El que quieras.
"Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en cien batallas, nunca saldrás derrotado. Si eres ignorante de tu enemigo pero te conoces a ti mismo, tus oportunidades de ganar o perder son las mismas. Si eres ignorante de tu enemigo y de ti mismo, puedes estar seguro de ser derrotado en cada batalla."
Como buena alumna, Kunie se aplicaba el cuento. Aunque aquel niño pelirrojo no era su enemigo ni mucho menos, ¿qué daño podía hacer indagar un poco en su bolsa de trucos? Curiosidad y deber satisfechos a partes iguales. La Asahina podía hinchar el pecho orgullosa aquella mañana.
El vuelo del pajarillo la sobresaltó de tal forma que casi se cae del escalón. Impresionada, observó cómo la figura de arcilla sobrevolaba sus cabezas, como si estuviese tan viva como los verdaderos pájaros que cantaban entre las cañas de bambú. Yoshimitsu la advirtió de que se tapase los oídos, y así hizo. Con un estallido atronador, el pájaro explotó en una bola de fuego y humo.
- Oh... - fue cuanto pudo decir la chica, todavía asombrada de que existiera una técnica así.- Eso sí que ha sido... Inesperado. - apartó la mirada del lugar de la explosión para fijarla de nuevo sobre el niño.- Nunca había conocido a un ninja que fuese capaz de hacer algo así, Yoshimitsu-kun. ¡Ha sido increíble!
Kunie se sentía en deuda con el Bakuhatsu, de modo que decidió dejarle caer alguna perla. Se llevó una mano a la sien de forma dramática, mientras cerraba los ojos fingiendo concentración. Quizás estaba a punto de revelar demasiado sus cartas, pero... En cierto modo se sentía en deuda con el shinobi de Kusagakure.
- Yo también me sé un truco muy bueno, ¡ya verás! Piensa en un número. El que quieras.