25/05/2017, 14:22
Nabi sonrió. Pareció que Juro había acertado con la elección.
— Tienes buen ojo, Juro-kun. Sin duda una historia memorable.
Mientras lo decía, Juro notó como entraban a un pequeño lugar parecido a un parque. Estaba prácticamente vació, y no en muy buenas condiciones, pero pasaría. De todas formas, mejor si nadie les molestaba.
— Vamos a sentarnos que igual esto va para largo.
— ¡Si!
Juro se sentó en el banco que el rubio le señaló con cuidado. Aun así, este no le acompañó al momento, si no que salió corriendo en dirección hacia algo. Poniendo más atención, se dio cuenta de que era un heladero, el cual arrastraba un típico carrito de feria. Ante la mirada estupefacta de Juro, Nabi le compró una especie de helado de dos palos, que partió para darle la mitad. Juro trató de disimular la sorpresa.
— Gracias... — murmuró, preguntandose si todos los ninjas de otras aldeas eran tan amables como este.
Estuvo a punto de preguntarle por el precio, pero aun seguía lo suficientemente atontado como para dejarle continuar la historia.
— Era una bonita mañana de primavera, o tal vez era una tarde, ni idea, la cuestión es que nos reunimos una pequeña muchedumbre y los mejores Genins de nuestra generación en el enorme jardín de cerezos que tenemos en la hermosa Uzushiogakure, que en primavera florecen y cambian toda la estetica de la villa a una mucha más gloriosa. Algún día con algún jutsu conseguiremos que esa belleza sea eterna.
Tras un breve sorteo para hacer dos equipos, en mi equipo estaban la más hermosa de las Kunoichis y de toda mujer que haya visto, oido o siquiera imaginado, Eri-hime. Pero no solo es jodidamente preciosa, sino que además es inteligente, cariñosa, amable, gentil, espabilada, hábil, ágil, diestra, atractiva, una gran oradora y la mejor madre que mis hijos vayan a poder pedir. Ah, y tambien estaba Senju Riko, que es un calientabragas con menos fuerza que un pedo de un gato amenio.
Juro sonrió ante lo dicho. Trató de imaginar a aquella chica que Nabi describía, pero le costó. Debía de ser alguien imponente, fuerte, valiente... y sobretodo, muy alta. Aprovechando el parón, Juro interrumpió, levantando la mano.
— ¡Pregunta! — exclamó, como si estuviesen en algún concurso — ¿Eri-hime es tu novia? ¿Y cómo era el otro equipo? ¿Eran fuertes? ¿Más que vosotros?
Las preguntas se acumulaban en su boca, realmente emocionado. Subió las rodillas al banco, mientras trataba de tomar el helado antes de que se derritiese del todo.
— Tienes buen ojo, Juro-kun. Sin duda una historia memorable.
Mientras lo decía, Juro notó como entraban a un pequeño lugar parecido a un parque. Estaba prácticamente vació, y no en muy buenas condiciones, pero pasaría. De todas formas, mejor si nadie les molestaba.
— Vamos a sentarnos que igual esto va para largo.
— ¡Si!
Juro se sentó en el banco que el rubio le señaló con cuidado. Aun así, este no le acompañó al momento, si no que salió corriendo en dirección hacia algo. Poniendo más atención, se dio cuenta de que era un heladero, el cual arrastraba un típico carrito de feria. Ante la mirada estupefacta de Juro, Nabi le compró una especie de helado de dos palos, que partió para darle la mitad. Juro trató de disimular la sorpresa.
— Gracias... — murmuró, preguntandose si todos los ninjas de otras aldeas eran tan amables como este.
Estuvo a punto de preguntarle por el precio, pero aun seguía lo suficientemente atontado como para dejarle continuar la historia.
— Era una bonita mañana de primavera, o tal vez era una tarde, ni idea, la cuestión es que nos reunimos una pequeña muchedumbre y los mejores Genins de nuestra generación en el enorme jardín de cerezos que tenemos en la hermosa Uzushiogakure, que en primavera florecen y cambian toda la estetica de la villa a una mucha más gloriosa. Algún día con algún jutsu conseguiremos que esa belleza sea eterna.
Tras un breve sorteo para hacer dos equipos, en mi equipo estaban la más hermosa de las Kunoichis y de toda mujer que haya visto, oido o siquiera imaginado, Eri-hime. Pero no solo es jodidamente preciosa, sino que además es inteligente, cariñosa, amable, gentil, espabilada, hábil, ágil, diestra, atractiva, una gran oradora y la mejor madre que mis hijos vayan a poder pedir. Ah, y tambien estaba Senju Riko, que es un calientabragas con menos fuerza que un pedo de un gato amenio.
Juro sonrió ante lo dicho. Trató de imaginar a aquella chica que Nabi describía, pero le costó. Debía de ser alguien imponente, fuerte, valiente... y sobretodo, muy alta. Aprovechando el parón, Juro interrumpió, levantando la mano.
— ¡Pregunta! — exclamó, como si estuviesen en algún concurso — ¿Eri-hime es tu novia? ¿Y cómo era el otro equipo? ¿Eran fuertes? ¿Más que vosotros?
Las preguntas se acumulaban en su boca, realmente emocionado. Subió las rodillas al banco, mientras trataba de tomar el helado antes de que se derritiese del todo.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60