26/05/2017, 21:05
Noemi parecía más despistada que un Kusareño empachado de setas. De setas alucinógenas, claro, pues aquellos brócolis no comían hongos de otro tipo. Apretando los dientes, el Uchiha evitó soltar una carcajada por el golpazo que la kunoichi se había pegado contra la mesa, y, obligando a su cuerpo, corrió siguiendo la silueta de Akame.
El veterano de los Uchiha llegó a la escena el primero, pese a no tener que esperar demasiado por los refuerzos. Refuerzos que iba a necesitar, sin duda, pues se estaban enfrentando a nada más y nada menos que…
… un criajo, junto a una criaja todavía más pequeña. Además del perro, claro, ya cazado. Para un shinobi con orgullo, aquello resultaba como poco decepcionante. Gracias a los Dioses, Datsue no se consideraba ni una cosa ni la otra.
El crio, embravecido, exigió que soltasen al perro. Pero Datsue ya no se fijaba en él, propiamente, sino en sus harapos rotos y mugrientos. En su piel sucia. En su pelo encrespado…
—¡Ajá! —exclamó, pletórico—. Parece que Akame, el “profesional” —dijo, entrecomillando aquello último con un gesto de dedos y esbozando una mueca sarcástica—, no es tan profesional como parece. ¿Cómo sabes que es un huérfano, Datsue-kun? —añadió, imitándole con voz exageradamente aguda—. ¿O que es un niño, Datsue-kun? ¿O que han entrado por la trampilla, Datsue-kun? Noemi-chan, díselo tú. Dile que tengo razón. ¡JA! —A Datsue no le gustaba restregar sus éxitos o el fracaso ajeno en la cara de nadie, pero con un tipo como Akame era mejor prevenir, antes de que se le subiese a la chepa.
»¡Confiesa, maleante! —exclamó, con los ojos encendidos por el sharingan y señalando al crío—. ¿Eres dueño de este perro? ¿Actuó hoy, y otros días, bajo tus órdenes para robar comida en la honorable tienda de la señora Tofu? ¡Responde o paga las consecuencias!
El veterano de los Uchiha llegó a la escena el primero, pese a no tener que esperar demasiado por los refuerzos. Refuerzos que iba a necesitar, sin duda, pues se estaban enfrentando a nada más y nada menos que…
… un criajo, junto a una criaja todavía más pequeña. Además del perro, claro, ya cazado. Para un shinobi con orgullo, aquello resultaba como poco decepcionante. Gracias a los Dioses, Datsue no se consideraba ni una cosa ni la otra.
El crio, embravecido, exigió que soltasen al perro. Pero Datsue ya no se fijaba en él, propiamente, sino en sus harapos rotos y mugrientos. En su piel sucia. En su pelo encrespado…
—¡Ajá! —exclamó, pletórico—. Parece que Akame, el “profesional” —dijo, entrecomillando aquello último con un gesto de dedos y esbozando una mueca sarcástica—, no es tan profesional como parece. ¿Cómo sabes que es un huérfano, Datsue-kun? —añadió, imitándole con voz exageradamente aguda—. ¿O que es un niño, Datsue-kun? ¿O que han entrado por la trampilla, Datsue-kun? Noemi-chan, díselo tú. Dile que tengo razón. ¡JA! —A Datsue no le gustaba restregar sus éxitos o el fracaso ajeno en la cara de nadie, pero con un tipo como Akame era mejor prevenir, antes de que se le subiese a la chepa.
»¡Confiesa, maleante! —exclamó, con los ojos encendidos por el sharingan y señalando al crío—. ¿Eres dueño de este perro? ¿Actuó hoy, y otros días, bajo tus órdenes para robar comida en la honorable tienda de la señora Tofu? ¡Responde o paga las consecuencias!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado