27/05/2017, 16:25
El Uchiha detuvo su palabrería barata, de golpe, al oír la justificación de los niños. Era algo que ya tenía asumido, que ya se imaginaba… pero escucharlo de sus bocas fue como recibir una bofetada. Una bofetada de realidad.
Luego miró a Akame, esperando que hiciese gala de su fama y le quitase de encima el marrón de posicionarse. Había investigado sobre él —como al resto de compañeros que tenía marcados como clientes potenciales—, y le habían asegurado que, por encima de todo, el chico era de los que cumplían con sus obligaciones. Sin embargo, al mirarle, lo único que vio fue un joven chico inseguro que se preguntaba, quizá por primera vez verdaderamente en serio, si el deber estaba realmente por encima de la moral.
Chasqueó la lengua, y contempló con expresión ceñuda a los críos, molesto. Molesto por una sociedad que se preocupaba tantísimo por la etiqueta, los modales y la educación, pero que luego permitía que críos como ellos muriesen de hambre o frío. Molesto por las falsas sonrisas amables, por las preguntas de cortesía, para luego desviar la mirada cuando te encontrabas en la mierda. Pero, ¿a qué ser humano no se le partía el corazón al contemplar aquella escena? Sintió un pinchazo en el pecho…
«… pero yo no tengo corazón», se obligó a recordarse, mientras desviaba la mirada hacia el diamante tatuado en su dedo. Recordaba bien cómo se lo había hecho, en aquella escapada a Shinogi-to junto a su socia. Junto a…
—Si vais a convertir esto en una votación —dijo de pronto, con voz cortante, dándoles la espalda a los niños—. Voto por… —«la pasta»—, cumplir con nuestro deber.
Tenía los nudillos blancos por la presión ejercida entorno a sus puños y la mirada perdida, en algún punto lejano del callejón.
Luego miró a Akame, esperando que hiciese gala de su fama y le quitase de encima el marrón de posicionarse. Había investigado sobre él —como al resto de compañeros que tenía marcados como clientes potenciales—, y le habían asegurado que, por encima de todo, el chico era de los que cumplían con sus obligaciones. Sin embargo, al mirarle, lo único que vio fue un joven chico inseguro que se preguntaba, quizá por primera vez verdaderamente en serio, si el deber estaba realmente por encima de la moral.
Chasqueó la lengua, y contempló con expresión ceñuda a los críos, molesto. Molesto por una sociedad que se preocupaba tantísimo por la etiqueta, los modales y la educación, pero que luego permitía que críos como ellos muriesen de hambre o frío. Molesto por las falsas sonrisas amables, por las preguntas de cortesía, para luego desviar la mirada cuando te encontrabas en la mierda. Pero, ¿a qué ser humano no se le partía el corazón al contemplar aquella escena? Sintió un pinchazo en el pecho…
«… pero yo no tengo corazón», se obligó a recordarse, mientras desviaba la mirada hacia el diamante tatuado en su dedo. Recordaba bien cómo se lo había hecho, en aquella escapada a Shinogi-to junto a su socia. Junto a…
—Si vais a convertir esto en una votación —dijo de pronto, con voz cortante, dándoles la espalda a los niños—. Voto por… —«la pasta»—, cumplir con nuestro deber.
Tenía los nudillos blancos por la presión ejercida entorno a sus puños y la mirada perdida, en algún punto lejano del callejón.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado