30/05/2017, 11:34
Lo que Eri y probablemente Karamaru pensaban es que tras lo que podía ser un terremoto, el suelo se había roto un poco ante ellos, sin embargo el suelo se abría y abría, como si fuese algo normal en él, lo que hizo que por mucho que intentaran no caer, al final ambos shinobi acabaron siendo devorados por el agujero.
No había donde agarrarse, solamente un largo camino hacia abajo cubierto por una manta de oscuridad y mal rollo por todas partes. Eri había olvidado por un momento como chillar, hasta que al final, al verse cayendo en un agujero sin fondo logró aprender a gritar de nuevo y era lo único que hacía, ¿quién diantres se esperaría caer mientras estabas arreglando unos cultivos?
«Voy a morir, voy a morir... Este es mi fin, moriré cuando mis tripas salgan disparadas por el impacto...»
Pero no estaba sola, Karamaru se encontraba a su lado cayendo de la misma manera que ella.
Hasta que ambos chocaron contra algo blando. Sí, algo blando que estaba esperándoles en el suelo y que hizo que sus cuerpos rebotasen un poco hasta que se estabilizasen sobre aquel colchón de lo que parecía ser una sustancia pegajosa, verde, y con un olor poco agradable.
Y una voz extraña, venida de lo que parecía ser megáfonos, resonó en sus oídos.
— Venís, pero solo lo hacéis para molestar, por eso estaréis aquí atrapados de por vida, ¡ja, ja, ja, ja!
Y cortó.
No había donde agarrarse, solamente un largo camino hacia abajo cubierto por una manta de oscuridad y mal rollo por todas partes. Eri había olvidado por un momento como chillar, hasta que al final, al verse cayendo en un agujero sin fondo logró aprender a gritar de nuevo y era lo único que hacía, ¿quién diantres se esperaría caer mientras estabas arreglando unos cultivos?
«Voy a morir, voy a morir... Este es mi fin, moriré cuando mis tripas salgan disparadas por el impacto...»
Pero no estaba sola, Karamaru se encontraba a su lado cayendo de la misma manera que ella.
Hasta que ambos chocaron contra algo blando. Sí, algo blando que estaba esperándoles en el suelo y que hizo que sus cuerpos rebotasen un poco hasta que se estabilizasen sobre aquel colchón de lo que parecía ser una sustancia pegajosa, verde, y con un olor poco agradable.
Y una voz extraña, venida de lo que parecía ser megáfonos, resonó en sus oídos.
— Venís, pero solo lo hacéis para molestar, por eso estaréis aquí atrapados de por vida, ¡ja, ja, ja, ja!
Y cortó.