30/05/2017, 12:29
(Última modificación: 29/07/2017, 02:18 por Amedama Daruu.)
La cosa se estaba yendo de las manos, en los dos sentidos, y el Hielo apareció de nuevo entre los dos fuegos para congelarlos definitivamente. Kori apareció de pronto en el punto medio con las manos extendidas hacia ambos, envueltas en un halo azulado y desprendiendo el mismo frío que el de las fresas shiroshimo.
Pero este frío parecía querer escapar y darles a ellos en el pecho.
—¡Basta he dicho! —exclamó. Algo totalmente impropio de él—. ¿Es que sólo sabéis entenderos a base de golpes? Sois shinobi, no unos vulgares bárbaros. ¿Acaso queréis que después cargue con vuestros cuerpos heridos aparte de esa caja? Si tengo que congelaros a ambos para que templéis vuestros ánimos no dudéis que lo haré...
Daruu apretó los dientes y bajó la cabeza, avergonzado, humillado y un poco consciente de que había cruzado una línea imaginaria. Suspiró y caminó lentamente hacia él, mirándole los ojos, transmitiendo otro tipo de mirada que no era la de antes. Ojalá captara sus intenciones. De otra manera, se convertiría en un precioso cubito.
Mientras tanto, Ayame lloraba, herida.
—¡Lo siento! —estalló de golpe, con la voz rota, aunque con sus llantos y la punzada de dolor que sentía en el pecho y la garganta, era un verdadero esfuerzo el hecho de hablar y vocalizar—. ¡Me... Me sentía frustrada! ¡Lo último... Que necesitaba... Era que me regañarais...! Yo... yo...
Daruu estaba frente a ella, el brazo extendido hacia adelante, con los dedos índice y corazón extendidos buscando los suyos en el sello de la reconciliación.
—Yo sólo quería decirte que pensar mal de ti misma es lo que te está frenando más, y creo que nos conocemos poco, pero de lo poco que nos conocemos ya me ha quedado claro. Quería ayudar, y a veces para ayudar hay que decir la verdad a la cara. No quiero herirte, nunca he querido herirte —dijo—. Pero cuando te ayudé a aprobar el examen tenías el mismo problema. Te sentías inútil. Y sentirte inútil te acaba haciendo inútil.
Esperó unos segundos para que Ayame juntara sus dedos con él. Lo hiciese o no, continuaría hablando:
—Para mi eres una compañera de equipo más en esta misión. ¿Qué pasa si hubiera surgido algún inconveniente? Habrías tenido que intervenir tú. Pero es que... ¡no quiero tener que convencerte de estas cosas, porque es lo que buscas! ¡Te tienes que sentir bien tú misma, si no, vas a estar siempre buscando que alguien te confirme que eres útil!
»Pero sobretodo, Ayame, yo quería que fuésemos amigos. Ninguno de los dos hicimos ningún amigo en la academia. Creía que lo recordarías, pero me has dicho que no nos conocemos de nada. Eso me ha dolido... Y te he dicho esas cosas tan horribles. Lo siento.
Se dio la vuelta y se rascó la cabeza. Se inclinó ante Kori-sensei.
—Siento esta actitud tan vergonzosa y poco profesional. Volvamos a la aldea.
Se dio la vuelta y miró a Ayame a los ojos.
—Espero pelear contigo algún día. Espero también que sea en otros términos más amables...
»¿Nos vamos?
Pero este frío parecía querer escapar y darles a ellos en el pecho.
—¡Basta he dicho! —exclamó. Algo totalmente impropio de él—. ¿Es que sólo sabéis entenderos a base de golpes? Sois shinobi, no unos vulgares bárbaros. ¿Acaso queréis que después cargue con vuestros cuerpos heridos aparte de esa caja? Si tengo que congelaros a ambos para que templéis vuestros ánimos no dudéis que lo haré...
Daruu apretó los dientes y bajó la cabeza, avergonzado, humillado y un poco consciente de que había cruzado una línea imaginaria. Suspiró y caminó lentamente hacia él, mirándole los ojos, transmitiendo otro tipo de mirada que no era la de antes. Ojalá captara sus intenciones. De otra manera, se convertiría en un precioso cubito.
Mientras tanto, Ayame lloraba, herida.
—¡Lo siento! —estalló de golpe, con la voz rota, aunque con sus llantos y la punzada de dolor que sentía en el pecho y la garganta, era un verdadero esfuerzo el hecho de hablar y vocalizar—. ¡Me... Me sentía frustrada! ¡Lo último... Que necesitaba... Era que me regañarais...! Yo... yo...
Daruu estaba frente a ella, el brazo extendido hacia adelante, con los dedos índice y corazón extendidos buscando los suyos en el sello de la reconciliación.
—Yo sólo quería decirte que pensar mal de ti misma es lo que te está frenando más, y creo que nos conocemos poco, pero de lo poco que nos conocemos ya me ha quedado claro. Quería ayudar, y a veces para ayudar hay que decir la verdad a la cara. No quiero herirte, nunca he querido herirte —dijo—. Pero cuando te ayudé a aprobar el examen tenías el mismo problema. Te sentías inútil. Y sentirte inútil te acaba haciendo inútil.
Esperó unos segundos para que Ayame juntara sus dedos con él. Lo hiciese o no, continuaría hablando:
—Para mi eres una compañera de equipo más en esta misión. ¿Qué pasa si hubiera surgido algún inconveniente? Habrías tenido que intervenir tú. Pero es que... ¡no quiero tener que convencerte de estas cosas, porque es lo que buscas! ¡Te tienes que sentir bien tú misma, si no, vas a estar siempre buscando que alguien te confirme que eres útil!
»Pero sobretodo, Ayame, yo quería que fuésemos amigos. Ninguno de los dos hicimos ningún amigo en la academia. Creía que lo recordarías, pero me has dicho que no nos conocemos de nada. Eso me ha dolido... Y te he dicho esas cosas tan horribles. Lo siento.
Se dio la vuelta y se rascó la cabeza. Se inclinó ante Kori-sensei.
—Siento esta actitud tan vergonzosa y poco profesional. Volvamos a la aldea.
Se dio la vuelta y miró a Ayame a los ojos.
—Espero pelear contigo algún día. Espero también que sea en otros términos más amables...
»¿Nos vamos?
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)