31/05/2017, 04:30
Luego de ser expulsada de la residencia Sakamoto la vida de Koko había dado un giro muy drástico. Ahora no dependía de nadie, tenía que valerse por sí misma y aunque en realidad tuviese el favor de ciertas personas, prefería no abusar de ellos o de lo contrario podría conseguir bastante más dinero que el que le asegura su trabajo.
Siendo así, la joven no se sentía cómoda sin hacer nada en aquellos días que tenía libres, necesitaba mantenerse en forma así que como de costumbre salió de casa para correr un buen rato por los alrededores, evitando la zona por la que tienden a vagar los del clan Sakamoto, claro.
Luego de una hora con suerte la chica dio media vuelta y regresó a casa tomándose su tiempo. Era muy temprano, la gente de la aldea apenas si comenzaba a salir de casa rumbo al trabajo pero ella ya había terminado su rutina y ya solo le quedaba regresar a su departamento.
Sí, aquella pecosa había pasado de vivir entre lujos dentro de una mansión a vivir en un pequeño departamento en el que apenas se podía asentar una sola persona, pero se sentía mucho más cómoda de esta manera, sin mencionar que podía limpiar todo sin que le tomase el día entero.
«¿Qué podría comer? »se preguntaba mientras subía las diversas escaleras que conducían hasta su departamento.
Si bien apenas había terminado su ejercicio, ya había recuperado el aliento perfectamente, después de todo se había tomado su tiempo para regresar a paso tortuga así que incluso el sudor se le había secado, aunque esto último le resultaba un tanto molesto.
Ya estaba delante de la puerta del departamento para cuando se dignó a buscar las llaves de la vivienda, las cuales reposaban en el interior de su portaobjetos pero ante la falta de costumbre comenzó a tantear entre su ropa sin ningún éxito, después de todo aquel vestido verdoso no tenía bolsillos ni tampoco el pantalón que llevaba puesto.
—No me jodas… —murmuró para sí misma en lo que comenzaba a ponerse nerviosa.
Siendo así, la joven no se sentía cómoda sin hacer nada en aquellos días que tenía libres, necesitaba mantenerse en forma así que como de costumbre salió de casa para correr un buen rato por los alrededores, evitando la zona por la que tienden a vagar los del clan Sakamoto, claro.
Luego de una hora con suerte la chica dio media vuelta y regresó a casa tomándose su tiempo. Era muy temprano, la gente de la aldea apenas si comenzaba a salir de casa rumbo al trabajo pero ella ya había terminado su rutina y ya solo le quedaba regresar a su departamento.
Sí, aquella pecosa había pasado de vivir entre lujos dentro de una mansión a vivir en un pequeño departamento en el que apenas se podía asentar una sola persona, pero se sentía mucho más cómoda de esta manera, sin mencionar que podía limpiar todo sin que le tomase el día entero.
«¿Qué podría comer? »se preguntaba mientras subía las diversas escaleras que conducían hasta su departamento.
Si bien apenas había terminado su ejercicio, ya había recuperado el aliento perfectamente, después de todo se había tomado su tiempo para regresar a paso tortuga así que incluso el sudor se le había secado, aunque esto último le resultaba un tanto molesto.
Ya estaba delante de la puerta del departamento para cuando se dignó a buscar las llaves de la vivienda, las cuales reposaban en el interior de su portaobjetos pero ante la falta de costumbre comenzó a tantear entre su ropa sin ningún éxito, después de todo aquel vestido verdoso no tenía bolsillos ni tampoco el pantalón que llevaba puesto.
—No me jodas… —murmuró para sí misma en lo que comenzaba a ponerse nerviosa.