31/05/2017, 18:07
La chica seguía rebuscando entre los dichosos cajones y no daba con el pantalón, estaba frustrándose, se suponía que todo estaba impecablemente ordenado y entre sus propios pantalones no lo había encontrado, inclusive revisó entre faldas y playeras pero tampoco, lo único que le restaba era revisar un último cajón, el de la ropa interior, aquel en que nunca se le hubiese ocurrido meter un pantalón incluso si tenía la idea de “no perderlo” o de tenerlo a simple vista.
—No, me gradué el año anterior —explicó sin problemas antes de suspirar y acercarse al cajón restante—. Conozco a unos cuantos pero por puro cuento, no me he cruzado con ninguno y tampoco me ha dado el tiempo para hacer misiones.
Sin tener ninguna otra opción, la kunoichi abrió el cajón y rebuscó tratando de no hacer demasiado bulto, es decir, no quería que Datsue tuviese en vista todo aquello que guardaba allí, es decir, no por nada se consideraba algo íntimo a todo eso y mostrarlo a un completo desconocido era lo último que ella quería. Aunque si vamos al caso, era toda prenda completamente normal de colores lisos y sin adornados exagerados.
—¿Y tú? No fuiste compañero de Noemi y tampoco mío… —preguntó en un intento por mantenerle la conversación.
Tal vez así lograba que el chico se mantuviese sentado allí y no llegase a ver nada. La mínima esperanza la tenía.
—No, me gradué el año anterior —explicó sin problemas antes de suspirar y acercarse al cajón restante—. Conozco a unos cuantos pero por puro cuento, no me he cruzado con ninguno y tampoco me ha dado el tiempo para hacer misiones.
Sin tener ninguna otra opción, la kunoichi abrió el cajón y rebuscó tratando de no hacer demasiado bulto, es decir, no quería que Datsue tuviese en vista todo aquello que guardaba allí, es decir, no por nada se consideraba algo íntimo a todo eso y mostrarlo a un completo desconocido era lo último que ella quería. Aunque si vamos al caso, era toda prenda completamente normal de colores lisos y sin adornados exagerados.
—¿Y tú? No fuiste compañero de Noemi y tampoco mío… —preguntó en un intento por mantenerle la conversación.
Tal vez así lograba que el chico se mantuviese sentado allí y no llegase a ver nada. La mínima esperanza la tenía.