2/06/2017, 23:58
Akame no pudo evitar dar un respingo, sorprendido, cuando sintió la mano del calvo posarse sobre su hombro. Su propia diestra, por acto reflejo, se movió rápida como una centella directa a agarrar la muñeca del ninja de Ame con un movimiento ensayado. Se quedó en esa postura —que en el momento resultaba algo ridícula— hasta que fue capaz de reaccionar.
—Lo siento, Amejin-san —se disculpó Akame, soltando la muñeca del muchacho.
«Y gracias», estuvo tentado de añadir. Pero se mordió la lengua. Él era un Uchiha, un descendiente del linaje más glorioso que jamás se hubiese contado entre los ninjas. Pariente de legendarios guerreros que hicieron temblar todo Oonindo bajo el peso de sus botas, alumno de Uzushiogakure, de la gran e inigualable Uzumaki Shiona, que había contado más de cien Primaveras en su haber. Y allí estaba, mustio como una hoja seca, aceptando el consuelo de un amenio.
—Uchiha Haskoz —respondió, bajando la mirada—. Era...
«Un truhán, un bravucón, un tipo inteligente y que sabía hablar a las chicas. Un Uchiha. Un gran confidente».
—Era... Era ingenioso —logró decir, finalmente—. Siempre andaba metiéndome en líos y convenciéndome para participar en sus locas ideas.
Recordó entonces sus primeros días en la Academia; cómo convencía siempre a más de un compañero para hacer pellas, la Votación Ultrasecreta, sus primeros entrenamientos tras graduarse ambos como gennin...
Se le humedecieron los ojos y tragó saliva para disimular.
—Sí, supongo que eso ya es más que uno —dijo de repente el Uchiha, aludiendo a las primeras palabras del calvo—. Uchiha Akame, de Uzushio.
—Lo siento, Amejin-san —se disculpó Akame, soltando la muñeca del muchacho.
«Y gracias», estuvo tentado de añadir. Pero se mordió la lengua. Él era un Uchiha, un descendiente del linaje más glorioso que jamás se hubiese contado entre los ninjas. Pariente de legendarios guerreros que hicieron temblar todo Oonindo bajo el peso de sus botas, alumno de Uzushiogakure, de la gran e inigualable Uzumaki Shiona, que había contado más de cien Primaveras en su haber. Y allí estaba, mustio como una hoja seca, aceptando el consuelo de un amenio.
—Uchiha Haskoz —respondió, bajando la mirada—. Era...
«Un truhán, un bravucón, un tipo inteligente y que sabía hablar a las chicas. Un Uchiha. Un gran confidente».
—Era... Era ingenioso —logró decir, finalmente—. Siempre andaba metiéndome en líos y convenciéndome para participar en sus locas ideas.
Recordó entonces sus primeros días en la Academia; cómo convencía siempre a más de un compañero para hacer pellas, la Votación Ultrasecreta, sus primeros entrenamientos tras graduarse ambos como gennin...
Se le humedecieron los ojos y tragó saliva para disimular.
—Sí, supongo que eso ya es más que uno —dijo de repente el Uchiha, aludiendo a las primeras palabras del calvo—. Uchiha Akame, de Uzushio.