4/06/2017, 20:11
Kōtetsu pudo escuchar una respuesta afirmativa para su intrusión en aquel baño, y por la suave voz dedujo que se trataba de un joven como él, hecho que confirmo cuando el muchacho se acerco un poco hacia el borde de piedra. El vapor y la cercanía dejaron ver que se trataba de alguien con cabello rojizo, corto y cuidadosamente peinado. Y que observaba el mundo atreves de unos ojos ambarinos e inocentes.
—¿Qué tal te parece el hotel? —pregunto, como quien quiere iniciar una conversación casual.
—Me parece que es un sitio enorme y extravagante —aseguro, haciendo un gesto de amplitud con sus manos—. Imagino que es el tipo de sitio al que vienen a vacacionar las personas más pudientes.
—Es prometedor, ¿no? Seguro hay una sorpresa en la cena de hoy. —La emoción de su voz era algo casi palpable.
—Es gracioso que lo menciones lo de la cena, porque he estado pensando sobre ello —dijo, mientras sonreía tenuemente—; me gustaría que fuese comida tradicional de la región, pues soy fanático de las preparaciones hogareñas, pero no estoy seguro de cuáles podrían ser los platos típicos de este sitio.
En su pueblo se solía comer mucha ternera y conejo de paradera, además de mucho nabo y calabaza. La mayoría de los platillos utilizaban estos ingredientes, pues eran los que más abundaban en la región. Sin embargo, en aquel paramo congelado no parecía haber animales de corral, y en aquel suelo frio y duro resultaría imposible el sembrar alguna de las hortalizas que conocía.
—Y tú, ¿qué piensa del hotel? —devolvio la pregunta.
—¿Qué tal te parece el hotel? —pregunto, como quien quiere iniciar una conversación casual.
—Me parece que es un sitio enorme y extravagante —aseguro, haciendo un gesto de amplitud con sus manos—. Imagino que es el tipo de sitio al que vienen a vacacionar las personas más pudientes.
—Es prometedor, ¿no? Seguro hay una sorpresa en la cena de hoy. —La emoción de su voz era algo casi palpable.
—Es gracioso que lo menciones lo de la cena, porque he estado pensando sobre ello —dijo, mientras sonreía tenuemente—; me gustaría que fuese comida tradicional de la región, pues soy fanático de las preparaciones hogareñas, pero no estoy seguro de cuáles podrían ser los platos típicos de este sitio.
En su pueblo se solía comer mucha ternera y conejo de paradera, además de mucho nabo y calabaza. La mayoría de los platillos utilizaban estos ingredientes, pues eran los que más abundaban en la región. Sin embargo, en aquel paramo congelado no parecía haber animales de corral, y en aquel suelo frio y duro resultaría imposible el sembrar alguna de las hortalizas que conocía.
—Y tú, ¿qué piensa del hotel? —devolvio la pregunta.