Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
El destello del rayo precedió al retumbar del trueno. Y pronto toda Amegakure se vio sumida en una tormenta como jamás se había visto antes. La ciudad, ya de por sí siempre nublada, se vio cubierta por un denso manto de nubes negras como el tizón, y la lluvia cayó como una auténtica catarata en cuestión de segundos. Siendo de día, se hizo de noche en la aldea. Los carteles de neón y el resplandor de los relámpagos constituían las únicas fuentes de luz.

—¡Espabila, niña! ¡Vamos a llegar tarde!

La voz de su padre la sobresaltó. Se había quedado mirando la tormenta desde uno de los sillones más alejados de la ventana, con una aterrorizada fascinación. Detestaba la electricidad, era su mayor debilidad como Hōzuki, y aquellos espectáculos eran la manifestación más pura de aquello que tanto odiaba y temía. Y, sin embargo, todos los habitantes de la aldea habían estado esperando aquella tempestad con ganas. Todos los años y sin margen de error, aproximadamente por las mismas fechas del otoño se producía aquella monstruosa tormenta. Una tormenta que era aprovechada por los aldeanos para exaltar sus sentimientos religiosos hacia el dios de la lluvia que siempre los amparaba; aunque la mayoría de ellos simplemente llevaba a cabo aquel ritual por simple tradición.

—¡AYAME!

La muchacha sacudió la cabeza, asustada. Había vuelto a quedarse embelesada sin darse cuenta de ello.

—¡Ay! ¡Voy, voy!

Se levantó y corrió a la habitación para cambiarse de ropa.

Al cabo de unos diez salió vestida con un precioso kimono de mangas anchas y color violáceo adornado con motivos florales con forma de lirios en color blanco. El obi que lo sostenía se ceñía en torno a su cintura y era de color oscuro. Entre saltitos de ilusión, la muchacha se situó junto a sus dos parientes, que la esperaban ya preparados junto a la puerta. El kimono de Zetsuo era más tradicional, de color negro y sin ningún tipo de patrón. El de Kōri era similar, pero en contraste con la mayoría de los kimonos de hombres el suyo era de un blanco casi resplandeciente con algún que otro motivo de un copo de nieve en un azul muy claro que pasaba casi desapercibido.

—¿Dónde vas con eso? —le espetó Zetsuo, y el gesto de Ayame se congeló al instante. Por un momento pensó que había algo malo con su kimono pero entonces reparó en que los ojos aguamarina de su padre estaban clavados en su frente y reparó en el error.

—¡Ay, la bandana, es cierto! ¡Casi se me olvida! —exclamó, dándose una palmada en la frente en la que aún lucía la bandana. Ante el suspiro de Kōri, la muchacha volvió a meterse en la habitación y salió al cabo de unos segundos como una exhalación—. ¡Ahora sí que estoy lista!

Pero no le había pasado desapercibida la mirada reprobatoria que le había dirigido su padre cuando comprobó que simplemente se había limitado a sustituir la bandana metálica por una sobria cinta de tela de color negro.

Sin embargo, no se habló más del tema en aquel momento. Bajaron a la calle sumidos en un tenso silencio y, cubiertos por sendos paraguas de paja, echaron a caminar con todos los demás aldeanos hacia la orilla del Gran Lago de Amegakure para participar en el famoso ritual.

Otro trueno hizo retumbar la aldea, como una llamada lejana, pero Ayame se encogió sobre sí misma con un gemido de terror.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder


Mensajes en este tema
Los deseos de Ame no Kami - por Aotsuki Ayame - 29/06/2015, 00:15
Los deseos de Takaokami - por Amedama Daruu - 1/07/2015, 15:23
Los deseos de Ame no Kami - por Amedama Daruu - 23/07/2015, 19:02


This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.