6/06/2017, 23:14
—¿A... qué... te refieres...? —
Me hubiera encantado responderle al instante con muchas exclamaciones y gestos exagerados, pero mi estomago amenazaba con abrir fuego si yo abria la boca. Eché la cabeza atrás, intentando recuperar más aliento del que había perdido. Esa chica tal vez me había salvado la vida, tal vez, igual me habría salido con la mía y, sin su ayuda, hubiera conseguido el mismo resultado.
Jamás lo sabría, sin embargo, en mi pecho ardía algo más que la carrera que acababa de marcarme o la estampada contra el suelo, ardía el sentimiento de orgullo estúpido. Aunque por su culpa nos involucraramos en ese follón, aunque si no hubiera estado ella yo no me habría metido en aquel bosque. Yo la seguí, y a raiz de eso casi me come un cocodrilo. Aquella idiota ya estaba a salvo, los animales se entretendrían conmigo y ella podría haberse ido hasta Amegakure si le hubiera apetecido, que volviera solo le complicó las cosas.
Apreté el puño con tal fuerza que creí que iba a hacerme sangrar clavandome las uñas.
—No me vayas a decir nada ahora de dinosaurios, eh, Senju-san...
Era tonta, sin duda alguna, pero yo era infinitamente más tonto. Suspiré y relajé mis puños. No podía odiar a alguien así. Tampoco era capaz de hablar con ella normalmente o de mostrar confianza. Estaba bajando la guardia con pensamientos como "si me quisiera ver muerto solo tendría que haberme dejado con los cocodrilos". Me estaba haciendo un caos mental de los que no se vuelve así que corte por lo sano.
— ¿¡Pero tú has visto el tamaño de ese bicho!? Ahora está claro, están criando cocodrilos para algún extraño y oscuro motivo. Además, de dinosaurio a cocodrilo no hay demasiada diferencia así que mi teoria es perfectamente valida.
Solté tan serio como pude cuando mi cuerpo me lo permitió. De paso di un par de pasos atrás repudiando el olor a bosque que emanaba el bosque, viva la redundancia (x2).
Me hubiera encantado responderle al instante con muchas exclamaciones y gestos exagerados, pero mi estomago amenazaba con abrir fuego si yo abria la boca. Eché la cabeza atrás, intentando recuperar más aliento del que había perdido. Esa chica tal vez me había salvado la vida, tal vez, igual me habría salido con la mía y, sin su ayuda, hubiera conseguido el mismo resultado.
Jamás lo sabría, sin embargo, en mi pecho ardía algo más que la carrera que acababa de marcarme o la estampada contra el suelo, ardía el sentimiento de orgullo estúpido. Aunque por su culpa nos involucraramos en ese follón, aunque si no hubiera estado ella yo no me habría metido en aquel bosque. Yo la seguí, y a raiz de eso casi me come un cocodrilo. Aquella idiota ya estaba a salvo, los animales se entretendrían conmigo y ella podría haberse ido hasta Amegakure si le hubiera apetecido, que volviera solo le complicó las cosas.
Apreté el puño con tal fuerza que creí que iba a hacerme sangrar clavandome las uñas.
—No me vayas a decir nada ahora de dinosaurios, eh, Senju-san...
Era tonta, sin duda alguna, pero yo era infinitamente más tonto. Suspiré y relajé mis puños. No podía odiar a alguien así. Tampoco era capaz de hablar con ella normalmente o de mostrar confianza. Estaba bajando la guardia con pensamientos como "si me quisiera ver muerto solo tendría que haberme dejado con los cocodrilos". Me estaba haciendo un caos mental de los que no se vuelve así que corte por lo sano.
— ¿¡Pero tú has visto el tamaño de ese bicho!? Ahora está claro, están criando cocodrilos para algún extraño y oscuro motivo. Además, de dinosaurio a cocodrilo no hay demasiada diferencia así que mi teoria es perfectamente valida.
Solté tan serio como pude cuando mi cuerpo me lo permitió. De paso di un par de pasos atrás repudiando el olor a bosque que emanaba el bosque, viva la redundancia (x2).
—Nabi—