7/06/2017, 00:03
Durante prácticamente todo el viaje la pelirroja se había dedicado a forcejear con aquellas ataduras pero al final de cuentas no había logrado ningún progreso, pero tampoco es que se enfocó completamente en ello todo el rato. A medida que los minutos pasaba iba perdiendo la voluntad hasta el punto en que su forcejeo parecía más bien una leve molestia entre sus manos.
~Los voy a matar ~pensaba bastante más tranquila de lo que había estado al principio, aunque se mostraba con ojos vidriosos al distinguir bastantes similitudes con lo que le había pasado anteriormente cuando era más joven.
—La última vez no te dejaron —indicó la mayor que permanecía ‘atada’ frente a la kunoichi.
~Pero si pudiera… ~se lamentaba aspirando con algo de fuera por la nariz en un intento por controlar la moquera que se le venía por estar al borde del llanto.
Finalmente ocurrió, el carromato frenó al fin y Daiko le indicó al grandulón que cuidase la jaula, pero de paso dejó una aclaración aparte en relación a ella misma aunque probablemente debajo de tantas mantas tendrían a alguna otra kunoichi que valdría la pena, al menos más que ella misma.
~Lo odio, ¿por qué me toca siempre a mí? ~se cuestionaba impotente ante lo que le estaba ocurriendo por segunda vez.
La primera había terminado con infinidad de válvulas por todo el cuerpo, algunas en zonas algo ocultas y otras demasiado visibles, como las que tiene a los lados externos de los ojos. Pero por si fuera poco, la de kusa se iba haciendo la idea de que la usarían como sujeto de experimentos para alguna cosa más complicada y peligrosa de lo que habían hecho tiempo atrás cuando era más joven.
~Los voy a matar ~pensaba bastante más tranquila de lo que había estado al principio, aunque se mostraba con ojos vidriosos al distinguir bastantes similitudes con lo que le había pasado anteriormente cuando era más joven.
—La última vez no te dejaron —indicó la mayor que permanecía ‘atada’ frente a la kunoichi.
~Pero si pudiera… ~se lamentaba aspirando con algo de fuera por la nariz en un intento por controlar la moquera que se le venía por estar al borde del llanto.
Finalmente ocurrió, el carromato frenó al fin y Daiko le indicó al grandulón que cuidase la jaula, pero de paso dejó una aclaración aparte en relación a ella misma aunque probablemente debajo de tantas mantas tendrían a alguna otra kunoichi que valdría la pena, al menos más que ella misma.
~Lo odio, ¿por qué me toca siempre a mí? ~se cuestionaba impotente ante lo que le estaba ocurriendo por segunda vez.
La primera había terminado con infinidad de válvulas por todo el cuerpo, algunas en zonas algo ocultas y otras demasiado visibles, como las que tiene a los lados externos de los ojos. Pero por si fuera poco, la de kusa se iba haciendo la idea de que la usarían como sujeto de experimentos para alguna cosa más complicada y peligrosa de lo que habían hecho tiempo atrás cuando era más joven.