8/06/2017, 00:22
La menor no tuvo pelos en la boca para contestar a su antagonista —Aiko— soltando sin apego que tranquilamente sus compatriotas podían tener un efecto similar sobre su don; no hacía falta que repitiese que informar a una desconocida sobre esa "habilidad" era de las peores ideas que ésta podía tener. La verdad, razón no le faltaba. Pese a no darse aires de superioridad, al menos como kunoichi, si que tenía bien amueblada la cabeza. Al menos eso parecía en un principio.
—Dicho así... si que es cierto que no es buena idea decirle a una kunoichi de otra aldea. Haga lo que haga, terminaré siendo una cobaya.
Ritsuko no tardó en alzar la diestra, mostrando esos extraños orificios que bien tenía por todo el cuerpo. Sin tapujo, de nuevo, informó a la chica mayor que ella ya había sido víctima de ese destino. La pequeña había sido sujeto de pruebas de algún pirado de Amegakure, unos renegados según indicaba. Sin embargo, sus palabras parecían aguadas en dulces recuerdos, angustiosos momentos en que saboreó el néctar prohibido. Casi parecía añorar esa sensación.
—Ritsuko, que apenas recuerdes como te llamas a base de drogas no es ningún tipo de consuelo... —inquirió Aiko. —Mas bien lo contrario. No saber ni donde estás, ni como te llamas, ni qué propósito tienes en la vida... es peor que la muerte. Es lo último que desearía a nadie... ni a mi peor enemigo.
»En tiempos de "paz" no debería haber gente que realiza acciones tan denigrantes y atroces como esas...
La chica se irguió un poco, lo suficiente para poder tomar la otra botella. Sin demora, pero sin prisa, la tomó. Hincó los dientes en su cabeza, y la abrió tal y como había hecho con la anterior. Dejó caer un suspiro, y tomó la chapa de su boca con la zurda. Tras ello, la pondría junto a la botella vacía, y nuevamente dirigiría su vista a la pequeña.
—Sea como sea, lo importante es disfrutar el presente... dejemos de lado esas tonterías. —tras ello, la chica alzó un poco la botella, y tras ello le propinó un buen buche a la cerveza.
—Dicho así... si que es cierto que no es buena idea decirle a una kunoichi de otra aldea. Haga lo que haga, terminaré siendo una cobaya.
Ritsuko no tardó en alzar la diestra, mostrando esos extraños orificios que bien tenía por todo el cuerpo. Sin tapujo, de nuevo, informó a la chica mayor que ella ya había sido víctima de ese destino. La pequeña había sido sujeto de pruebas de algún pirado de Amegakure, unos renegados según indicaba. Sin embargo, sus palabras parecían aguadas en dulces recuerdos, angustiosos momentos en que saboreó el néctar prohibido. Casi parecía añorar esa sensación.
—Ritsuko, que apenas recuerdes como te llamas a base de drogas no es ningún tipo de consuelo... —inquirió Aiko. —Mas bien lo contrario. No saber ni donde estás, ni como te llamas, ni qué propósito tienes en la vida... es peor que la muerte. Es lo último que desearía a nadie... ni a mi peor enemigo.
»En tiempos de "paz" no debería haber gente que realiza acciones tan denigrantes y atroces como esas...
La chica se irguió un poco, lo suficiente para poder tomar la otra botella. Sin demora, pero sin prisa, la tomó. Hincó los dientes en su cabeza, y la abrió tal y como había hecho con la anterior. Dejó caer un suspiro, y tomó la chapa de su boca con la zurda. Tras ello, la pondría junto a la botella vacía, y nuevamente dirigiría su vista a la pequeña.
—Sea como sea, lo importante es disfrutar el presente... dejemos de lado esas tonterías. —tras ello, la chica alzó un poco la botella, y tras ello le propinó un buen buche a la cerveza.