8/06/2017, 22:21
(Última modificación: 8/06/2017, 22:22 por Uzumaki Eri.)
[p=SkyBlue]Que no nos sigan... Que no nos sigan...[/color]
Las pisadas resonaban por todo el pasillo, y no únicamente las de Karamaru y Eri, sin embargo parecía que las otras resonaban más alejadas que las de los shinobi, por ello parecía que disponían de unos valiosos segundos para escapar.
Pero la suerte no corría del lado de ambos, pues después de una larga y tediosa carrera bajo la tenue luz de unas luces rojizas, dieron con una puerta de color claro, sin pomo ni mecanismo para abrirla más allá que tres botones: uno blanco, otro azul y otro verde. La joven al verlo se detuvo, incapaz de pensar con claridad y demasiado nerviosa como para sumar dos y dos.
— Karamaru, intenta abrirla, ¡por favor! — Pidió casi con desesperación mientras soltaba su muñeca y se giraba rápidamente, luego hizo dos sellos con su mano izquierda y soltó. — ¡Suiton: Mizuame Nabara!
De su boca salió una bola de agua densa, viscosa y extraña que impactó contra el suelo del pasillo hacia la dirección donde los enemigos se encontraban. Aquella técnica podía llegar a ser útil si los que acechaban no la conocían o no la veían, sin embargo; si tenían experiencias previas con ella podían estar en un grave peligro.
Solo quedaba confiar en que Karamaru abriese la puerta.
Las pisadas resonaban por todo el pasillo, y no únicamente las de Karamaru y Eri, sin embargo parecía que las otras resonaban más alejadas que las de los shinobi, por ello parecía que disponían de unos valiosos segundos para escapar.
Pero la suerte no corría del lado de ambos, pues después de una larga y tediosa carrera bajo la tenue luz de unas luces rojizas, dieron con una puerta de color claro, sin pomo ni mecanismo para abrirla más allá que tres botones: uno blanco, otro azul y otro verde. La joven al verlo se detuvo, incapaz de pensar con claridad y demasiado nerviosa como para sumar dos y dos.
— Karamaru, intenta abrirla, ¡por favor! — Pidió casi con desesperación mientras soltaba su muñeca y se giraba rápidamente, luego hizo dos sellos con su mano izquierda y soltó. — ¡Suiton: Mizuame Nabara!
De su boca salió una bola de agua densa, viscosa y extraña que impactó contra el suelo del pasillo hacia la dirección donde los enemigos se encontraban. Aquella técnica podía llegar a ser útil si los que acechaban no la conocían o no la veían, sin embargo; si tenían experiencias previas con ella podían estar en un grave peligro.
Solo quedaba confiar en que Karamaru abriese la puerta.