9/06/2017, 18:39
— Que paz... — murmuró, satisfecho.
El joven Eikyu seguía sus andanzas. En este caso, hacia uno de los lugares que parecían ser los más emblemáticos de todo el valle de los dojos: Hokutōmori.
Habían pasado días desde que había logrado entrar en el valle. Desde entonces, tras haber recuperado fuerzas, se había atrevido a adentrarse fuera del recinto asignado para los ninjas de Kusagakure. Para su pesar, no había coincidido con ningun compañero, aunque tampoco se había esforzado mucho. Visitar la capital antes de que empezasen los combates le había parecido una opción mucho más atractiva.
Pero al final, hasta la capital le había aburrido. Su gente y su bullicio había acabado provocando que buscase otras zonas más pacíficas para pasar el tiempo. Y ahí estaba. En el extremo noroeste del valle.
Atraído por la promesa de paz, bosques y templos, Juro se había encaminado hacia aquel lugar. Acababa de entrar al bosque para entonces, y se encaminaba hacia los templos. El toril que había pasado le indicaba que se encontraba en un lugar sagrado. Eso le daba cierto misterio. Los árboles eran altos y majestuosos, haciéndole sentir de una forma muy agradable. El conjunto era perfecto.
Aunque en ese lugar estaba prohibido pelear — un cartel en la entrada le había insistido mucho, penado muy gravemente al parecer — había traido a Gen, oculto bajo su espalda. No es que pensase hacer nada malo. Simplemente no pensaba dejarlo atrás. No era seguro abandonarle en el hotel.
"Muy bien. Veamos por donde seguir"
Ante él, se alzaba un sendero marcado. A saber cuanto tardaría en perderse...
El joven Eikyu seguía sus andanzas. En este caso, hacia uno de los lugares que parecían ser los más emblemáticos de todo el valle de los dojos: Hokutōmori.
Habían pasado días desde que había logrado entrar en el valle. Desde entonces, tras haber recuperado fuerzas, se había atrevido a adentrarse fuera del recinto asignado para los ninjas de Kusagakure. Para su pesar, no había coincidido con ningun compañero, aunque tampoco se había esforzado mucho. Visitar la capital antes de que empezasen los combates le había parecido una opción mucho más atractiva.
Pero al final, hasta la capital le había aburrido. Su gente y su bullicio había acabado provocando que buscase otras zonas más pacíficas para pasar el tiempo. Y ahí estaba. En el extremo noroeste del valle.
Atraído por la promesa de paz, bosques y templos, Juro se había encaminado hacia aquel lugar. Acababa de entrar al bosque para entonces, y se encaminaba hacia los templos. El toril que había pasado le indicaba que se encontraba en un lugar sagrado. Eso le daba cierto misterio. Los árboles eran altos y majestuosos, haciéndole sentir de una forma muy agradable. El conjunto era perfecto.
Aunque en ese lugar estaba prohibido pelear — un cartel en la entrada le había insistido mucho, penado muy gravemente al parecer — había traido a Gen, oculto bajo su espalda. No es que pensase hacer nada malo. Simplemente no pensaba dejarlo atrás. No era seguro abandonarle en el hotel.
"Muy bien. Veamos por donde seguir"
Ante él, se alzaba un sendero marcado. A saber cuanto tardaría en perderse...
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60