10/06/2017, 21:37
—Un ninja…
Saboreo la palabra como algo extraño, algo con lo cual aun no se sentía identificado. Esto a pesar de que se había ganado su protector, al menos en la parte técnica.
—Creo que sería un tanto presuntuoso el que me llamase ninja a mi mismo —aseguro, con gran seriedad—. Es cierto que desde temprana edad tuve entrenamiento, y que por ello mis habilidades prácticas me permitieron presentar y superar la prueba de la academia. Sin embargo, en cuestión cultural, filosófica, moral y política, estoy muy lejos de poder considerarme un ninja.
Aquella era la verdad que el joven de ojos grises siempre cargaba consigo: Se consideraba a sí mismo un guerrero, y estaba orgulloso de ello, pero se sentía demasiado distante de aquello que creía le permitiría convertirse en un ninja. Esto no le provocaba un malestar como tal. Lo que le sentaba mal eran las personas que llenaban sus vidas con orgullo y entrega a tal profesión… Aquello contrastaba terriblemente con su menosprecio ante la naturaleza ninja, provocando que por momentos se sintiera culpable e irrespetuoso. Todo aquello se veía manifestado en su costumbre de no lucir a plena vista su bandana.
—En cuanto al valle de los dojos… —En ese instante recordó cual era su objetivo—. Yo también me dirijo hacia allí, pero me he perdido. De hecho, llevo rato buscando a quien pedirle indicaciones.
Saboreo la palabra como algo extraño, algo con lo cual aun no se sentía identificado. Esto a pesar de que se había ganado su protector, al menos en la parte técnica.
—Creo que sería un tanto presuntuoso el que me llamase ninja a mi mismo —aseguro, con gran seriedad—. Es cierto que desde temprana edad tuve entrenamiento, y que por ello mis habilidades prácticas me permitieron presentar y superar la prueba de la academia. Sin embargo, en cuestión cultural, filosófica, moral y política, estoy muy lejos de poder considerarme un ninja.
Aquella era la verdad que el joven de ojos grises siempre cargaba consigo: Se consideraba a sí mismo un guerrero, y estaba orgulloso de ello, pero se sentía demasiado distante de aquello que creía le permitiría convertirse en un ninja. Esto no le provocaba un malestar como tal. Lo que le sentaba mal eran las personas que llenaban sus vidas con orgullo y entrega a tal profesión… Aquello contrastaba terriblemente con su menosprecio ante la naturaleza ninja, provocando que por momentos se sintiera culpable e irrespetuoso. Todo aquello se veía manifestado en su costumbre de no lucir a plena vista su bandana.
—En cuanto al valle de los dojos… —En ese instante recordó cual era su objetivo—. Yo también me dirijo hacia allí, pero me he perdido. De hecho, llevo rato buscando a quien pedirle indicaciones.