11/06/2017, 20:33
El joven proveniente de las tierras en donde no para de llover estuvo en acuerdo con lo dicho por Kōtetsu: Si eres joven, entonces has de vivir tu juventud como tal. La experiencia vendrá con el tiempo, y eso no cambiara, sin importar cuanta prisa puedas llegar tener.
—Si nos movemos rápido el clima no tendrá oportunidad de congelarnos —respondió, con notable seguridad.
Keisuke abandono las cálidas aguas y Kōtetsu le siguió hasta el interior del edificio, lugar en donde habría de cubrirse rápidamente. Busco en su casillero algo con lo cual secarse aquel cabello que aun estaba chorreando agua. Se cubrió la cabeza con una toalla y procedió a colocarse encima la gruesa bata de baño, una pieza que parecía tener el mágico poder de mantener la temperatura de su cuerpo.
—La vi mientras exploraba los pasillos —aseguro, mientras colocaba sus pertenencias en orden—. Vistámonos y dirijámonos hacia allí.
Cuando su cabello se hubo secado y la temperatura de su cuerpo estabilizado, procedió a vestirse con las ropas adecuadas. De hecho, hubiese preferido el seguir con aquel cómodo albornoz, pero la etiqueta y el pudor eran demasiado demandantes en un hotel como aquel. No tardo mucho en estar listo y pedir al Inoue que le acompañase.
—Vamos, sígueme.
Emprendió su caminata por el pasillo, haciendo un gran esfuerzo de memoria para recordar hacia donde se debía dirigir, haciendo varios cruces y deteniéndose en distintos lugares que no se parecían a los que recordaba. Finalmente, se encontraron frente a un sitio cuyo cartel decía “sala de entretenimiento”. El Hakagurē sonrió, debido al éxito conseguido en su búsqueda. Entro mientras le hacia una señal a su acompañante para que también pasara. El sitio era inesperadamente espacioso y bien aclimatado. Estaba repleto de variedad de mesas y juegos como billar, tenis de mesa, cartas y muchos otros. Había varias personas que parecían estar disfrutando del ambiente, compartiendo risas mientras pasaban un rato jugando.
—Bien, ¿Qué te parece? ¿Se te antoja el jugar algo?
—Si nos movemos rápido el clima no tendrá oportunidad de congelarnos —respondió, con notable seguridad.
Keisuke abandono las cálidas aguas y Kōtetsu le siguió hasta el interior del edificio, lugar en donde habría de cubrirse rápidamente. Busco en su casillero algo con lo cual secarse aquel cabello que aun estaba chorreando agua. Se cubrió la cabeza con una toalla y procedió a colocarse encima la gruesa bata de baño, una pieza que parecía tener el mágico poder de mantener la temperatura de su cuerpo.
—La vi mientras exploraba los pasillos —aseguro, mientras colocaba sus pertenencias en orden—. Vistámonos y dirijámonos hacia allí.
Cuando su cabello se hubo secado y la temperatura de su cuerpo estabilizado, procedió a vestirse con las ropas adecuadas. De hecho, hubiese preferido el seguir con aquel cómodo albornoz, pero la etiqueta y el pudor eran demasiado demandantes en un hotel como aquel. No tardo mucho en estar listo y pedir al Inoue que le acompañase.
—Vamos, sígueme.
Emprendió su caminata por el pasillo, haciendo un gran esfuerzo de memoria para recordar hacia donde se debía dirigir, haciendo varios cruces y deteniéndose en distintos lugares que no se parecían a los que recordaba. Finalmente, se encontraron frente a un sitio cuyo cartel decía “sala de entretenimiento”. El Hakagurē sonrió, debido al éxito conseguido en su búsqueda. Entro mientras le hacia una señal a su acompañante para que también pasara. El sitio era inesperadamente espacioso y bien aclimatado. Estaba repleto de variedad de mesas y juegos como billar, tenis de mesa, cartas y muchos otros. Había varias personas que parecían estar disfrutando del ambiente, compartiendo risas mientras pasaban un rato jugando.
—Bien, ¿Qué te parece? ¿Se te antoja el jugar algo?