12/06/2017, 00:54
—Así que tenias un mapa todo este tiempo —inquirió Kōtetsu, con un gesto de me lo suponía—. No te preocupes, imagino que no sabes leerlo y por eso no lo sacaste. La verdad es que yo tampoco se utilizarlos bien, pues necesito de alguien que me haga las señalizaciones correctas para no perderme.
El de cabellos blancos esperaba que su acompañante se relajara un poco, pues un mapa en mano de ambos resultaba algo casi inútil. Ahora lo importante era entrar en la ciudad y conseguir los implementos y cosas necesarias para continuar con su viaje.
—Quedan muchas cosas por resolver, pero lo primero ha de ser el atendernos a nosotros mismos —aseguro, haciendo especial énfasis en su aspecto.
Ahora el problema radicaba en como pasarían el puesto de guardia de la ciudad, pues no parecía el tipo de sitio en donde admitirían a mendigos en busca de amparo. Después de todo, era una ciudad de casinos y apuestas, quien no tuviera dinero no sería muy bien recibido. Tampoco podía tratar de entrar a la fuerza, lo que menos necesitaba era faltar al torneo por estar encerrado en algún apestoso calabozo. Y no poseía suficientes billetes como para sobornar a uno de los guardias, ni siquiera le alcanzaba para pagar el peaje de entrada.
—Con ese aspecto, no creo que tengas problemas para pasar la alcabala, Ashito-san. En cambio yo… ¿Se te ocurre algún modo de pasar?
El de cabellos blancos esperaba que su acompañante se relajara un poco, pues un mapa en mano de ambos resultaba algo casi inútil. Ahora lo importante era entrar en la ciudad y conseguir los implementos y cosas necesarias para continuar con su viaje.
—Quedan muchas cosas por resolver, pero lo primero ha de ser el atendernos a nosotros mismos —aseguro, haciendo especial énfasis en su aspecto.
Ahora el problema radicaba en como pasarían el puesto de guardia de la ciudad, pues no parecía el tipo de sitio en donde admitirían a mendigos en busca de amparo. Después de todo, era una ciudad de casinos y apuestas, quien no tuviera dinero no sería muy bien recibido. Tampoco podía tratar de entrar a la fuerza, lo que menos necesitaba era faltar al torneo por estar encerrado en algún apestoso calabozo. Y no poseía suficientes billetes como para sobornar a uno de los guardias, ni siquiera le alcanzaba para pagar el peaje de entrada.
—Con ese aspecto, no creo que tengas problemas para pasar la alcabala, Ashito-san. En cambio yo… ¿Se te ocurre algún modo de pasar?