13/06/2017, 10:58
(Última modificación: 29/07/2017, 02:22 por Amedama Daruu.)
—Chssst —chistó Daruu, y le dio corriendo al botón—. N-no seas gafe. No tiene por qué pasar na...
Pero ni siquiera tuvo tiempo de terminar la frase. Los chicos sintieron un brusco tirón en el estómago en el momento en el que sus pies dejaron de sentir el suelo y la gravedad tiró de ellos antes de que pudieran siquiera darse cuenta de lo que había pasado. Caían y caían a toda velocidad en la más completa oscuridad y Ayame, incapaz de gritar siquiera por la presión del viento contra su cara y su pecho, no dudó un instante en activar su habilidad. ¿Pero podría su habilidad salvarla de la muerte que los esperaba metros abajo con las fauces abiertas? Aterrada, se le llenaron los ojos de lágrimas.
Una estrella titiló al final del túnel y se ensanchó rápidamente antes de engullirlos. Los dos chicos cayeron con estrépito, pero no fue el suelo el que los recibió. Un fuerte impacto, como si hubiesen sido golpeados con una plancha de hierro, les dejó aturdidos durante unos segundos. Ayame, temiendo su muerte, había licuado su cuerpo en el momento del impacto. Pero, una vez pasado el aturdimiento, enseguida descubrieron que no estaban muertos, sino sumergidos en agua. Ayame recuperó su forma corpórea en la superficie, mirando a su alrededor con desesperación. Estaban en una sala redonda con paredes constituidas por tuberías que ascendían, descendían y se enredaban entre sí. El suelo al que habían caído estaba completamente inundado, lo que había amortiguado su accidentada caída. Al frente y a su espalda, a varios metros por encima de la superficie del agua, se abrían dos túneles.
—¡Daruu-san! ¿Dónde estás? —gritó.
—¡BIENVENIDOS A LOS SEPTUAGÉSIMOS JUEGOS DEL LABERINTO! —exclamó una voz de hombre salida de la nada. Sobresaltada, Ayame miró a su alrededor buscando su origen, pero aparte de ella misma y Daruu, no había nadie más en aquel lugar. Además, la voz parecía salir de un dispositivo, seguramente un altavoz—. ¡Sois los afortunados elegidos para resolver el misterio del laberinto de Mei-sama!
—¿Qué significa e...?
—¡Ardéis en deseos de saber en qué consiste el concurso! ¿Verdad? ¡ES MUY SENCILLO!
—¿Pero qué clase de broma de mal gusto es esta? ¿Y qué es esa rima tan cutre?
—¡BUENA SUERTE!
Ayame miró a Daruu, completamente perdida. ¿Qué se suponía que iban a hacer?
Pero ni siquiera tuvo tiempo de terminar la frase. Los chicos sintieron un brusco tirón en el estómago en el momento en el que sus pies dejaron de sentir el suelo y la gravedad tiró de ellos antes de que pudieran siquiera darse cuenta de lo que había pasado. Caían y caían a toda velocidad en la más completa oscuridad y Ayame, incapaz de gritar siquiera por la presión del viento contra su cara y su pecho, no dudó un instante en activar su habilidad. ¿Pero podría su habilidad salvarla de la muerte que los esperaba metros abajo con las fauces abiertas? Aterrada, se le llenaron los ojos de lágrimas.
Una estrella titiló al final del túnel y se ensanchó rápidamente antes de engullirlos. Los dos chicos cayeron con estrépito, pero no fue el suelo el que los recibió. Un fuerte impacto, como si hubiesen sido golpeados con una plancha de hierro, les dejó aturdidos durante unos segundos. Ayame, temiendo su muerte, había licuado su cuerpo en el momento del impacto. Pero, una vez pasado el aturdimiento, enseguida descubrieron que no estaban muertos, sino sumergidos en agua. Ayame recuperó su forma corpórea en la superficie, mirando a su alrededor con desesperación. Estaban en una sala redonda con paredes constituidas por tuberías que ascendían, descendían y se enredaban entre sí. El suelo al que habían caído estaba completamente inundado, lo que había amortiguado su accidentada caída. Al frente y a su espalda, a varios metros por encima de la superficie del agua, se abrían dos túneles.
—¡Daruu-san! ¿Dónde estás? —gritó.
—¡BIENVENIDOS A LOS SEPTUAGÉSIMOS JUEGOS DEL LABERINTO! —exclamó una voz de hombre salida de la nada. Sobresaltada, Ayame miró a su alrededor buscando su origen, pero aparte de ella misma y Daruu, no había nadie más en aquel lugar. Además, la voz parecía salir de un dispositivo, seguramente un altavoz—. ¡Sois los afortunados elegidos para resolver el misterio del laberinto de Mei-sama!
—¿Qué significa e...?
—¡Ardéis en deseos de saber en qué consiste el concurso! ¿Verdad? ¡ES MUY SENCILLO!
«Norte y sur, dos caminos tenéis.
¡Pero diferentes caminos encontraréis!
Encontrad una de las cuatro salidas,
si no queréis que os haga papilla...»
¡Pero diferentes caminos encontraréis!
Encontrad una de las cuatro salidas,
si no queréis que os haga papilla...»
—¿Pero qué clase de broma de mal gusto es esta? ¿Y qué es esa rima tan cutre?
—¡BUENA SUERTE!
Ayame miró a Daruu, completamente perdida. ¿Qué se suponía que iban a hacer?