14/06/2017, 22:38
Pero, para su horror, el cuerpo de Daruu yacía inconsciente, flotando boca abajo, unos metros más allá.
—¡Daruu-kun! —gritó Ayame, presa del pánico, y se apresuró a nadar hasta su posición. Rápidamente hundió la parte baja de su espalda, pasó sus brazos por debajo de sus axilas desde detrás y tiró hasta que consiguió dejarle boca arriba de nuevo—. ¡Daruu-kun! ¡Despierta!
La sala tembló con violencia y Ayame ahogó un grito cuando el rugir de un motor inundó sus oídos.
—Q... ¿Qué est...?
—¡Oh! ¡Pero yo me daría prisa en elegir! —volvió a resonar aquella voz, apremiante—. O si no, acabaréis hechos papilla... de verdad.
La sala seguía vibrando. Ayame alzó la cabeza hacia el origen del ruido y su rostro perdió todo rastro de color. El techo estaba descendiendo hacia ellos, lenta pero inexorablemente. Si no hacían algo, si no conseguían alcanzar una de las dos salidas antes de que el techo las sobrepasara, quedarían atrapados... Y Daruu moriría ahogado.
—¡Daruu-kun, despierta! ¡DESPIERTA! ¡No puedo cargar contigo! —gritaba desesperada. Miró a su frente, después a su espalda. ¿Norte o sur? ¿Qué más daba? ¡Ni siquiera sabía donde estaba el norte y el sur en aquel lugar? Utilizando todas sus fuerzas, Ayame se esforzaba en arrastrar a su compañero hasta una de las dos puertas, y enseguida comenzó a sollozar, presa de la angustia—. Daruu-kun, despierta por favor... No puedo cargar contigo hasta allí arriba...
—¡Daruu-kun! —gritó Ayame, presa del pánico, y se apresuró a nadar hasta su posición. Rápidamente hundió la parte baja de su espalda, pasó sus brazos por debajo de sus axilas desde detrás y tiró hasta que consiguió dejarle boca arriba de nuevo—. ¡Daruu-kun! ¡Despierta!
La sala tembló con violencia y Ayame ahogó un grito cuando el rugir de un motor inundó sus oídos.
—Q... ¿Qué est...?
—¡Oh! ¡Pero yo me daría prisa en elegir! —volvió a resonar aquella voz, apremiante—. O si no, acabaréis hechos papilla... de verdad.
La sala seguía vibrando. Ayame alzó la cabeza hacia el origen del ruido y su rostro perdió todo rastro de color. El techo estaba descendiendo hacia ellos, lenta pero inexorablemente. Si no hacían algo, si no conseguían alcanzar una de las dos salidas antes de que el techo las sobrepasara, quedarían atrapados... Y Daruu moriría ahogado.
—¡Daruu-kun, despierta! ¡DESPIERTA! ¡No puedo cargar contigo! —gritaba desesperada. Miró a su frente, después a su espalda. ¿Norte o sur? ¿Qué más daba? ¡Ni siquiera sabía donde estaba el norte y el sur en aquel lugar? Utilizando todas sus fuerzas, Ayame se esforzaba en arrastrar a su compañero hasta una de las dos puertas, y enseguida comenzó a sollozar, presa de la angustia—. Daruu-kun, despierta por favor... No puedo cargar contigo hasta allí arriba...