15/06/2017, 04:04
—¿Entonces sí piensas que es real? —pregunto.
—Creo que ha de tener algo de real —respondió el Hakagurē.
—Me pregunto que serían esos monstruos, ¿Te imaginas que vuelvan a aparecer? Solo pensarlo me aterra… —
—Puede que lo de monstruos sea solo una metáfora —juzgo, haciendo uso de su curiosa forma de ver el mundo—. Además, bien podría ser que nosotros fuésemos los monstruos y ellos los aterrados.
El joven de ojos grises era asiduo a considerar que las historias varían según el punto de vista. Quizás en los relatos de aquellos antiguos seres, los humanos eran los engendros invasores que mancillaban el blanco de sus tierras y que los masacraron hasta llevarlos a la extinción. No le resultaba una idea del todo descabellada, pues había tenido la cuestionable suerte de conocer a personas cuyos actos les convertían en monstruos muchos más terribles de los que se narraban en aquella legenda local.
El Hakagurē volvió a concentrarse en el juego que se estaba desarrollando.
—Ya veo, suponía que lo del helado no funcionaria —admitió, algo decepcionado—. La verdad es que no se me ocurre que otra cosa puedo apostar… Supuse que podría evocar tu lado competitivo, ya sabes ese lado que te empuja a querer ganar en aras de la supremacía y no de un premio como tal.
El de cabellos blancos comenzó a bajar el ritmo de juego a uno mucho más relajado, mostrando un rostro sereno e indolente, pero con un lenguaje corporal que daba signos de desanimo. La gente de los alrededores comenzó a notarlo, la forma en que el caluroso ambiente se enfriaba hasta alcanzar la par de las gélidas temperaturas exteriores. Algunos incluso comenzaron a susurrar comentarios sobre lo aburrido que se había vuelto lo que en principio fuese tan prometedor espectáculo.
"¿Donde queda el espiritu de lucha?", se pregunto mientras jugaba calmadamente.
—Creo que ha de tener algo de real —respondió el Hakagurē.
—Me pregunto que serían esos monstruos, ¿Te imaginas que vuelvan a aparecer? Solo pensarlo me aterra… —
—Puede que lo de monstruos sea solo una metáfora —juzgo, haciendo uso de su curiosa forma de ver el mundo—. Además, bien podría ser que nosotros fuésemos los monstruos y ellos los aterrados.
El joven de ojos grises era asiduo a considerar que las historias varían según el punto de vista. Quizás en los relatos de aquellos antiguos seres, los humanos eran los engendros invasores que mancillaban el blanco de sus tierras y que los masacraron hasta llevarlos a la extinción. No le resultaba una idea del todo descabellada, pues había tenido la cuestionable suerte de conocer a personas cuyos actos les convertían en monstruos muchos más terribles de los que se narraban en aquella legenda local.
El Hakagurē volvió a concentrarse en el juego que se estaba desarrollando.
—Ya veo, suponía que lo del helado no funcionaria —admitió, algo decepcionado—. La verdad es que no se me ocurre que otra cosa puedo apostar… Supuse que podría evocar tu lado competitivo, ya sabes ese lado que te empuja a querer ganar en aras de la supremacía y no de un premio como tal.
El de cabellos blancos comenzó a bajar el ritmo de juego a uno mucho más relajado, mostrando un rostro sereno e indolente, pero con un lenguaje corporal que daba signos de desanimo. La gente de los alrededores comenzó a notarlo, la forma en que el caluroso ambiente se enfriaba hasta alcanzar la par de las gélidas temperaturas exteriores. Algunos incluso comenzaron a susurrar comentarios sobre lo aburrido que se había vuelto lo que en principio fuese tan prometedor espectáculo.
"¿Donde queda el espiritu de lucha?", se pregunto mientras jugaba calmadamente.