1/07/2015, 07:44
Lo que hizo Yota en respuesta de su ataque fue un poco extraño. No supo discernir el por qué, pero su hermano pareció entregar parte de su integridad física con tal de lograr, quizás; asestar un último ataque que podría darle la tan ansiada y buscada victoria. El chakra en sus pies, aunque imperceptible por los momentos ante el retoño y poco evolucionado Sharingan del peliblanco, pareció impulsar de una manera más apropiada para que la extensión de la pierna junto con el movimiento buscaran sí o sí dar de lleno al rostro de Kota.
Sin embargo, en el trayecto de aquel ataque, Yota no sólo recibiría aquella estrella plateada en su pantorrilla sino que en cuando avanzara un poco más, sentiría el pinchazo de otra punta filosa levemente más abajo del lugar en el que había impactado la primera. Se trataba de una técnica estratégica, aunque básica; en la que el engaño permite ocultar un segundo artefacto bajo el primero. Y eso era exactamente lo que había hecho. Pero más allá de su ataque combinado, era de esperarse que por la cercanía entre ambos, el peliblanco tuviera que afrontar la pierna que le venía de frente.
Por suerte tenía uno de sus brazos extendidos por el previo lanzamiento, el cual arremangó de tal modo que se interceptara en forma de cruz con la otra extremidad, cerrando los ojos y esperando que aquel bloqueo fuese suficiente. Afirmó sus pies como bien pudo pero la fuerza aplicada del pie le hizo un buen daño en los antebrazos, que adoloridos, no pudieron buscar frenar la inminente caída obligada por el impulso de dicho ataque.
«Demonios...» — Kota lo sabía. Sus reservas no daban para más y la fugaz desaparición del tintado rojizo en sus ojos lo demostró. Hizo su mayor esfuerzo para alzar su torso y tener la visibilidad suficiente como darle un rápido vistazo a Yota para ver como se encontraba. Y no sólo a él, sino también al examinador que seguramente habría visto suficiente.
O eso esperaba, sin duda; porque no creía poder levantarse para continuar la demostración.
Sin embargo, en el trayecto de aquel ataque, Yota no sólo recibiría aquella estrella plateada en su pantorrilla sino que en cuando avanzara un poco más, sentiría el pinchazo de otra punta filosa levemente más abajo del lugar en el que había impactado la primera. Se trataba de una técnica estratégica, aunque básica; en la que el engaño permite ocultar un segundo artefacto bajo el primero. Y eso era exactamente lo que había hecho. Pero más allá de su ataque combinado, era de esperarse que por la cercanía entre ambos, el peliblanco tuviera que afrontar la pierna que le venía de frente.
Por suerte tenía uno de sus brazos extendidos por el previo lanzamiento, el cual arremangó de tal modo que se interceptara en forma de cruz con la otra extremidad, cerrando los ojos y esperando que aquel bloqueo fuese suficiente. Afirmó sus pies como bien pudo pero la fuerza aplicada del pie le hizo un buen daño en los antebrazos, que adoloridos, no pudieron buscar frenar la inminente caída obligada por el impulso de dicho ataque.
«Demonios...» — Kota lo sabía. Sus reservas no daban para más y la fugaz desaparición del tintado rojizo en sus ojos lo demostró. Hizo su mayor esfuerzo para alzar su torso y tener la visibilidad suficiente como darle un rápido vistazo a Yota para ver como se encontraba. Y no sólo a él, sino también al examinador que seguramente habría visto suficiente.
O eso esperaba, sin duda; porque no creía poder levantarse para continuar la demostración.