20/06/2017, 22:51
Lo que en un principio debería haber sido una misión fácil y sencilla, digna de un genin, se había tranformado rápidamente en la peor de las pesadillas de Ritsuko. Gonken seguía agarrándola firmemente del cabello, amenazando su cuello con aquella gélida navaja, mientras Daiko se acercaba a ellos con aquella terrorífica sonrisa dibujada en el rostro.
Pronto dejaría de sentir el frío del metal en su cuello. Porque sería brutalmente sustituido por el abrasador calor que sintió entonces en su frente. Inmune a las reacciones de la kunoichi, Daiko mantuvo el hierro en su posición durante varios segundos, hasta que un desagradable olor a carne quemada inundó sus narices. Lo apartó después, dejando una marca permanente a modo de quemadura con forma de D. Con el deber cumplido, Gonken la soltó sin ningún tipo de delicadeza y Daiko se volvió hacia las tres personas que aguardaban en la distancia.
—Damas y caballeros, lamentamos los imprevistos surgidos. ¡La subasta puede comenzar! ¡La puja comienza con 1.000 ryos! ¿Quién da más de 1.000 ryos?
—¡Yo doy 1.500! —resonó una voz, masculina, grave y potente.
Pronto dejaría de sentir el frío del metal en su cuello. Porque sería brutalmente sustituido por el abrasador calor que sintió entonces en su frente. Inmune a las reacciones de la kunoichi, Daiko mantuvo el hierro en su posición durante varios segundos, hasta que un desagradable olor a carne quemada inundó sus narices. Lo apartó después, dejando una marca permanente a modo de quemadura con forma de D. Con el deber cumplido, Gonken la soltó sin ningún tipo de delicadeza y Daiko se volvió hacia las tres personas que aguardaban en la distancia.
—Damas y caballeros, lamentamos los imprevistos surgidos. ¡La subasta puede comenzar! ¡La puja comienza con 1.000 ryos! ¿Quién da más de 1.000 ryos?
—¡Yo doy 1.500! —resonó una voz, masculina, grave y potente.