23/06/2017, 00:30
No entraba en la cabeza de la pecosa la idea de ponerse a pelear con alguien, por mucho que se contuviesen o lo que fuese seguramente terminaban por lastimarse o cansarse de más y al día siguiente todos los músculos les quedarían adoloridos sin mencionar los posibles moratones que se podían llevar.
Pero el peli-blanco aceptó la propuesta de la mayor y se sentó en sus pies para evitar que el cuerpo de la rubia se moviese demasiado mientras comenzaba a hacer los ejercicios abdominales. Curiosamente el contrario decidió presentarse y consultar por el nombre ajeno, cosa que si bien no era molesta le chocaba un poco por los ejercicios que estaba llevando a cabo, aun así, la fémina se las arregló para responder entrecortada con cada vez que se recostaba.
—Kageyama Koko —una palabra por cada abdominal básicamente.
Luego de hacer unos veinte la chica permaneció un buen rato recostada mirando al techo y tratando de recuperar el aliento. Además, llevó ambas manos a su vientre para darse suaves caricias como quien acababa de llenarse el estómago con comida y estaba satisfecho.
—¿También viniste por el torneo? —consultó la pecosa bajando un poco la mirada para apenas llegar a ver la cara del contrario por encima de sus rodillas.
Seguramente llevaría otra serie de veinte y luego le ofrecería al chico intercambiar posiciones, no sería justo que él la ayudase y ella no aportase nada.
Pero el peli-blanco aceptó la propuesta de la mayor y se sentó en sus pies para evitar que el cuerpo de la rubia se moviese demasiado mientras comenzaba a hacer los ejercicios abdominales. Curiosamente el contrario decidió presentarse y consultar por el nombre ajeno, cosa que si bien no era molesta le chocaba un poco por los ejercicios que estaba llevando a cabo, aun así, la fémina se las arregló para responder entrecortada con cada vez que se recostaba.
—Kageyama Koko —una palabra por cada abdominal básicamente.
Luego de hacer unos veinte la chica permaneció un buen rato recostada mirando al techo y tratando de recuperar el aliento. Además, llevó ambas manos a su vientre para darse suaves caricias como quien acababa de llenarse el estómago con comida y estaba satisfecho.
—¿También viniste por el torneo? —consultó la pecosa bajando un poco la mirada para apenas llegar a ver la cara del contrario por encima de sus rodillas.
Seguramente llevaría otra serie de veinte y luego le ofrecería al chico intercambiar posiciones, no sería justo que él la ayudase y ella no aportase nada.