23/06/2017, 16:27
(Última modificación: 29/07/2017, 02:24 por Amedama Daruu.)
Pero Daruu nunca llegó a responder. Ayame se sobresaltó cuando le vio taparse los ojos con un grito ahogado, tropezarse y caer al suelo de culo. Su espalda chocó contra la pared de tuberías.
—¿Estás bien, Daruu-kun?
—¡Ouch, mierda! —respondió, dolorido—. No entiendo nada, Ayame, pero el que ha hecho esto se ha esmerado mucho. No puedo ver a través de ello, las tuberías están hechas de algún material que refleja el chakra, o recubierto de energía, o vete tú a saber.
Ayame hundió los hombros, decepcionada. Por un momento había llegado a creer que podrían salir de allí con facilidad, pero parecía que no todo iba a ser un camino de rosas... Tendrían que seguir las vías tradicionales...
—Habrá que pensar en otra cosa... —meditaba Daruu, que había vuelto a levantarse—. Mi madre me enseñó una vez otra manera de resolver laberintos, de esos que salen en los pasatiempos para adultos. Se supone que si vamos pegados a una pared encontraremos la salida...
—¡Ah! ¡Tiene sentido! No se me habría ocurrido.
—Hemos caído en una sala central, ¿no? —Ayame asintió. Aquello era lo que había supuesto después de haber tenido que elegir entre dos pasillos y que la voz les dijera que tenían que salir del laberinto. Desde luego, si no estaban en el centro, al menos estaban dentro de él—. Por lo visto, las paredes son curvas, y dado que estamos en una torre... ¡El laberinto debe de ser circular! Tenemos que ir yendo hacia el exterior a la vez que aplicamos lo de pegarnos siempre a una pared. De modo que... elige una pared y comenzaremos a caminar. Puede ser difícil pero seguro que acabamos resolviéndolo.
—¡¿Eh?! ¿Qué? ¿Por qué yo? ¿Y si nos llevo directos a algo malo o acabamos perdidos para siempre? —protestó Ayame, agobiada. Odiaba que la hicieran elegir, sobre todo en cosas tan importantes como era su propia vida.
Sin embargo, Daruu estaba resuelto y Ayame terminó por suspirar.
—Jo... Bueno... si tenemos que ir hacia el exterior y a nuestra espalda tenemos la sala que en teoría está en el centro... —se dirigió a la pared de enfrente y apoyó la mano sobre ella. Se mordió el labio inferior, insegura. Ahora tenía que decidir si continuar a derecha o a izquierda y tomar una de las dos salidas.
Tras varios segundos de reflexión, echó a andar hacia la izquierda. Enseguida toparon con la siguiente salida y Ayame giró a la derecha cuando el pasillo le obligó a hacerlo. Unos metros más adelante, el túnel volvía a girar a la derecha...
Pero Ayame se había detenido en seco.
—¡Oh, pero no os preocupéis, mis queridos muchachos! —volvió a resonar la voz, desde todas las direcciones—. No creáis que sería capaz de dejaros solos en una situación así sin daros siquiera una pista. ¡No, por favor, no! Es muy sencillo: cada vez que os equivoquéis de camino y os estéis dirigiendo a un callejón sin salida, una trampa mortal se activará. ¿Veis que fácil? Sólo tenéis que...
Ayame se había dado la vuelta hacia Daruu. Su rostro era una máscara de inexpresividad y sus ojos, cubiertos por una niebla, le miraban fijamente, pero al mismo tiempo no parecían verle.
»No equivocaros de camino.
Con un brusco movimiento de muñeca, Ayame liberó el kunai que llevaba escondido debajo de su manga para apuñalar a su compañero en el vientre.
—¿Estás bien, Daruu-kun?
—¡Ouch, mierda! —respondió, dolorido—. No entiendo nada, Ayame, pero el que ha hecho esto se ha esmerado mucho. No puedo ver a través de ello, las tuberías están hechas de algún material que refleja el chakra, o recubierto de energía, o vete tú a saber.
Ayame hundió los hombros, decepcionada. Por un momento había llegado a creer que podrían salir de allí con facilidad, pero parecía que no todo iba a ser un camino de rosas... Tendrían que seguir las vías tradicionales...
—Habrá que pensar en otra cosa... —meditaba Daruu, que había vuelto a levantarse—. Mi madre me enseñó una vez otra manera de resolver laberintos, de esos que salen en los pasatiempos para adultos. Se supone que si vamos pegados a una pared encontraremos la salida...
—¡Ah! ¡Tiene sentido! No se me habría ocurrido.
—Hemos caído en una sala central, ¿no? —Ayame asintió. Aquello era lo que había supuesto después de haber tenido que elegir entre dos pasillos y que la voz les dijera que tenían que salir del laberinto. Desde luego, si no estaban en el centro, al menos estaban dentro de él—. Por lo visto, las paredes son curvas, y dado que estamos en una torre... ¡El laberinto debe de ser circular! Tenemos que ir yendo hacia el exterior a la vez que aplicamos lo de pegarnos siempre a una pared. De modo que... elige una pared y comenzaremos a caminar. Puede ser difícil pero seguro que acabamos resolviéndolo.
—¡¿Eh?! ¿Qué? ¿Por qué yo? ¿Y si nos llevo directos a algo malo o acabamos perdidos para siempre? —protestó Ayame, agobiada. Odiaba que la hicieran elegir, sobre todo en cosas tan importantes como era su propia vida.
Sin embargo, Daruu estaba resuelto y Ayame terminó por suspirar.
—Jo... Bueno... si tenemos que ir hacia el exterior y a nuestra espalda tenemos la sala que en teoría está en el centro... —se dirigió a la pared de enfrente y apoyó la mano sobre ella. Se mordió el labio inferior, insegura. Ahora tenía que decidir si continuar a derecha o a izquierda y tomar una de las dos salidas.
Tras varios segundos de reflexión, echó a andar hacia la izquierda. Enseguida toparon con la siguiente salida y Ayame giró a la derecha cuando el pasillo le obligó a hacerlo. Unos metros más adelante, el túnel volvía a girar a la derecha...
Pero Ayame se había detenido en seco.
—¡Oh, pero no os preocupéis, mis queridos muchachos! —volvió a resonar la voz, desde todas las direcciones—. No creáis que sería capaz de dejaros solos en una situación así sin daros siquiera una pista. ¡No, por favor, no! Es muy sencillo: cada vez que os equivoquéis de camino y os estéis dirigiendo a un callejón sin salida, una trampa mortal se activará. ¿Veis que fácil? Sólo tenéis que...
Ayame se había dado la vuelta hacia Daruu. Su rostro era una máscara de inexpresividad y sus ojos, cubiertos por una niebla, le miraban fijamente, pero al mismo tiempo no parecían verle.
»No equivocaros de camino.
Con un brusco movimiento de muñeca, Ayame liberó el kunai que llevaba escondido debajo de su manga para apuñalar a su compañero en el vientre.