1/07/2015, 14:18
"A ver que puedo hacer por aqui..."
Entrando al bosque de la Hoja, se podía ver una pequeña figura caminando. Era un genin de Uzuhiosgakure, que lucía su bandana orgullosamente en la frente. Portaba un rollo atado en su cintura, al igual que un portaobjetos, que terminaba por definile como un shinobi. Para alguien más avispado, podría reconocer que dominaba algo del complejo arte del fuinjutsu.
Era Juro, quien ahora mismo, paseaba tranquilamente por el bosque. Se encontraba de viaje con su hermana, más bien, al comienzo del viaje. Había aceptado llevarle a un sitio que deseaba mucho, con la condición de que, probablemente tendrían que pasar por otros sitios a la vuelta. Le daba igual, si iban hacia aquel enigmatico valle...
Pero ahora mismo, ella había decidido hacer un alto en el camino, antes de cruzar el país, y Juro, quien no podía estarse quieto aún, había decido dar un paseo por los alrededores.
Después de recorrer un sendero, había vislumbrado un inmenso cráter, que observó durante unos momentos.
"¿Que habrá pasado aquí?" - mientras se lo preguntaba, un extraño deseo surgió en él.
Pensó en escalar la montaña, para verlo mejor, pero prefirió no hacerlo. En lugar de eso, bordeó el lugar, y siguió caminando. A lo lejos, pudo ver más grava esparcida y más trozos de suelo, indicando que alguien había destrozado con una explosión algo de por la zona.
Intentó acercarse, pero no podría. Después de varios pasos caminando, y de algun tropezón, repentinamente, el suelo se abrió bajo sus pies.
Con un grito sordo, cayó hasta las profundidades del sótano, junto con un montón de tierra y grava. Aterrizó dolorosamente en el suelo, y sin darse aún cuenta de lo que pasaba, vio algo que le dejó más que sorprendido. Había algo muy extraño, una especie de huesos de caballo. Estos tenían un cuerno, algo anómalo en la especie. Ah, y estaban erguidos, vivitos y coleando, contrariando a cualquier ley lógica.
Juro retrocedió, al darse cuenta de que estaba mas que cerca de uno, sin mirar si quiera hacia el lado contrario. Recibiría su merecido por ello, al chocar contra alguien. Al girarse, pudo ver con desconcierto, que era Nabi.
- ¿Na...? ¿Que...? - su mirada paso de su compañero de aldea, hacia un desconocido, que lucía una bandana de Kusagakure, y llevaba una especie de trenza de pelo rojizo - ¿Que esta pasando aqui?
No pudo formular mucho más. Hace dos o tres minutos, estaba tan tranquilamente paseando, y ahora se encontraba con un desconocido, un conocido, y una manada de caballos cuernudos hechos de huesos.