26/06/2017, 18:58
(Última modificación: 27/06/2017, 16:45 por Uchiha Akame.)
Mientras Keisuke se aplicaba a sí mismo un breve tratamiento que le permitiría caminar de nuevo, Mogura volvió hasta el pueblo.
Cuando una vez allí sacó de su bolso los paquetes con las plantas requeridas, el señor To Do no pudo sino abrir los ojos como si acabase de ver un fantasma. Con una mano rápida, quizás impropia de alguien de su edad, le arrebató las bolsas de Cauda Draconis al muchacho de Ame. Con dedos temblorosos las abrió, acercando la nariz para oler primero, tomando una entre los dedos índice y pulgar después. Sus ojos ansiosos examinaron primero el tallo, y luego la flor.
—En efecto, es Cola de Dragón... —musitó, todavía visiblemente perturbado—. Gracias, gracias shinobi-san. Veo que se puede confiar en los ninjas de la Lluvia.
El cliente le entregó a Mogura un pergamino que certificaba que habían completado exitosamente la misión, y sin más despedida, To Do le cerró la puerta en las narices al médico. Seguía lloviendo, y en Arashi no Kuni las noches de Verano solían ser tan frías como las de Invierno. Seguramente los shinobi tendrían que buscar algún lugar para pasar la noche en Coladragón, o tal vez se arriesgasen a volver a Amegakure en mitad de la tormenta.
Sea como fuere, podían dar por cumplida aquella misión.
Cuando una vez allí sacó de su bolso los paquetes con las plantas requeridas, el señor To Do no pudo sino abrir los ojos como si acabase de ver un fantasma. Con una mano rápida, quizás impropia de alguien de su edad, le arrebató las bolsas de Cauda Draconis al muchacho de Ame. Con dedos temblorosos las abrió, acercando la nariz para oler primero, tomando una entre los dedos índice y pulgar después. Sus ojos ansiosos examinaron primero el tallo, y luego la flor.
—En efecto, es Cola de Dragón... —musitó, todavía visiblemente perturbado—. Gracias, gracias shinobi-san. Veo que se puede confiar en los ninjas de la Lluvia.
El cliente le entregó a Mogura un pergamino que certificaba que habían completado exitosamente la misión, y sin más despedida, To Do le cerró la puerta en las narices al médico. Seguía lloviendo, y en Arashi no Kuni las noches de Verano solían ser tan frías como las de Invierno. Seguramente los shinobi tendrían que buscar algún lugar para pasar la noche en Coladragón, o tal vez se arriesgasen a volver a Amegakure en mitad de la tormenta.
Sea como fuere, podían dar por cumplida aquella misión.