27/06/2017, 05:12
Luego de aceptado aquel reto de tan curiosas implicaciones, el espíritu competitivo de Keisuke salió a flote para mostrar lo máximo de sus capacidades. El Hakagurē no pudo sino responder a su entusiasmo con una determinación igual de fuerte, estaba dispuesto a demostrar que su deseo y voluntad de ganar eran superiores. La pelota comenzó a tomar velocidad y efecto a medida que el intercambio se prolongaba.
—Por ahora me limitare a disfrutar el juego del presente, el resultado ya será cuestión de tiempo —aseguro con una voz que comenzaba a sonar agitada.
La pequeña competición se había encendido, al igual que los ánimos de quienes formaban un apretujado círculo alrededor de la mesa. Las personas subían su voz y contenían el aliento a intervalos regulares, cada vez que presenciaban un movimiento osado o cuando presentían la cercanía de un punto decisivo.
El de ojos grises fue paciente, como un gavilán que espera la oportuna brisa que le otorgara la mayor de las posibilidades de abatir a su presa. Encontró un pequeño espacio abierto en la defensa del oponente y entonces ataco con todo, haciendo uso de las fuerzas que le restaban. Un veloz y angulado proyectil reboto contra el lado del pelirrojo. Por un instante, la victoria parecía segura, pues su oponente intento hacer un rápido cambio de manos, resultando en un fallo al momento de sujetar la raqueta.
“¡Esto se acabo!”, pensó con satisfacción.
Pero de pronto, la mano de Keisuke se deslizo a través del aire y en un movimiento aparentemente delicado rozo la bola, haciendo que la misma saliese disparada de forma antinatural hacia el lado opuesto. El movimiento tomo por sorpresa a un peliblanco que ya había dado la partida por concluida y que yacía con sus defensas abajo.
En ese instante se marco el punto que daría por concluida la partida.
La mitad del público prorrumpió en una celebración y en un vitorear vigorosos, mientras que la parte restante dejo escapar algunos chasquidos de lenguas y suspiros de resignación. Un montón de billetes y monedas cambiaron de manos mientras les dedicaban calurosos aplausos al par de jóvenes que tan buen entretenimiento habían brindado.
—Ese fue un buen juego, Keisuke-san —concedió con suma deportividad, y con un poco de falta de aliento.
—Por ahora me limitare a disfrutar el juego del presente, el resultado ya será cuestión de tiempo —aseguro con una voz que comenzaba a sonar agitada.
La pequeña competición se había encendido, al igual que los ánimos de quienes formaban un apretujado círculo alrededor de la mesa. Las personas subían su voz y contenían el aliento a intervalos regulares, cada vez que presenciaban un movimiento osado o cuando presentían la cercanía de un punto decisivo.
El de ojos grises fue paciente, como un gavilán que espera la oportuna brisa que le otorgara la mayor de las posibilidades de abatir a su presa. Encontró un pequeño espacio abierto en la defensa del oponente y entonces ataco con todo, haciendo uso de las fuerzas que le restaban. Un veloz y angulado proyectil reboto contra el lado del pelirrojo. Por un instante, la victoria parecía segura, pues su oponente intento hacer un rápido cambio de manos, resultando en un fallo al momento de sujetar la raqueta.
“¡Esto se acabo!”, pensó con satisfacción.
Pero de pronto, la mano de Keisuke se deslizo a través del aire y en un movimiento aparentemente delicado rozo la bola, haciendo que la misma saliese disparada de forma antinatural hacia el lado opuesto. El movimiento tomo por sorpresa a un peliblanco que ya había dado la partida por concluida y que yacía con sus defensas abajo.
En ese instante se marco el punto que daría por concluida la partida.
La mitad del público prorrumpió en una celebración y en un vitorear vigorosos, mientras que la parte restante dejo escapar algunos chasquidos de lenguas y suspiros de resignación. Un montón de billetes y monedas cambiaron de manos mientras les dedicaban calurosos aplausos al par de jóvenes que tan buen entretenimiento habían brindado.
—Ese fue un buen juego, Keisuke-san —concedió con suma deportividad, y con un poco de falta de aliento.