28/06/2017, 00:11
(Última modificación: 28/06/2017, 01:13 por Umikiba Kaido.)
Un giro brusco, de nuevo, como aquel en el que salió despavorida después de gritarle al tiburón. Aquello comenzaba a ser una constante que desquiciaba tanto al tiburón, que le hacía apretar los dientes cada vez, y también los puños; como para no batuquear a la inocente Ayame por los hombros y obligarle a ser un poco más arrojada.
La vida de un shinobi era tan fugaz, que dejar de disfrutar los momentos oportunos por el hecho de no querer saltarse una valla de seguridad era cuanto menos absurdo.
—Bueno, buen viaje de regreso, pues —espetó, a la distancia, y sólo se acercó unos cuantos metros antes de que su compañera decidiera volver al hostal—. yo creo que voy a quedarme hasta mañana.
Dio un paso atrás, y hondeó su azulado brazo para despedirse de su interlocutora.
—Ha sido divertido, compañera. Con todo y a pesar del quiebre emocional que tuviste más temprano. Quien lo diría, el escualo y Ayame, los mejores amigos por siempre. ¡Jajaja! venga, va, nos vemos en la Aldea.
Dijo, finalmente, antes de volver a encaminarse hasta la famosa línea de los Dioses. Donde aún quedaba bastantes bendiciones por repartir.
La vida de un shinobi era tan fugaz, que dejar de disfrutar los momentos oportunos por el hecho de no querer saltarse una valla de seguridad era cuanto menos absurdo.
—Bueno, buen viaje de regreso, pues —espetó, a la distancia, y sólo se acercó unos cuantos metros antes de que su compañera decidiera volver al hostal—. yo creo que voy a quedarme hasta mañana.
Dio un paso atrás, y hondeó su azulado brazo para despedirse de su interlocutora.
—Ha sido divertido, compañera. Con todo y a pesar del quiebre emocional que tuviste más temprano. Quien lo diría, el escualo y Ayame, los mejores amigos por siempre. ¡Jajaja! venga, va, nos vemos en la Aldea.
Dijo, finalmente, antes de volver a encaminarse hasta la famosa línea de los Dioses. Donde aún quedaba bastantes bendiciones por repartir.