29/06/2017, 16:17
(Última modificación: 29/06/2017, 16:24 por Uchiha Akame.)
Al Tiburón le recibió un joven que ordenaba de forma apresurada una montaña de papeles. Parecía bastante nervioso y sus manos —torpes— dejaban caer, involuntariamente, algún fichero al suelo de vez en cuando. Cuando esto sucedía, el secretario se limitaba a suspirar con desgana y a recoger los papeles para poder continuar con su titánica tarea de clasificación.
Vestía chaleco militar de color azul oscuro, clásico de Amegakure no Sato, y llevaba su bandana como pañuelo sobre la cabeza. Ante las palabras de Kaido, alzó la vista con sorpresa y contestó.
—Ah sí, a tí te conozco —entrecerró los ojos con gesto analítico—. Pelo azul... Piel azul... Ojos azules... Sí, sí, diría que en efecto eres tú.
Por un momento dejó de lado la montaña de papeles que tenía sobre el escritorio y de uno de los cajones del mueble sacó un pergamino exquisitamente enrollado, cuyo sellado tenía serigrafiada la letra D.
—Suerte, Umikiba-kun.
Vestía chaleco militar de color azul oscuro, clásico de Amegakure no Sato, y llevaba su bandana como pañuelo sobre la cabeza. Ante las palabras de Kaido, alzó la vista con sorpresa y contestó.
—Ah sí, a tí te conozco —entrecerró los ojos con gesto analítico—. Pelo azul... Piel azul... Ojos azules... Sí, sí, diría que en efecto eres tú.
Por un momento dejó de lado la montaña de papeles que tenía sobre el escritorio y de uno de los cajones del mueble sacó un pergamino exquisitamente enrollado, cuyo sellado tenía serigrafiada la letra D.
—Suerte, Umikiba-kun.