29/06/2017, 22:46
— Pues habla rápido.
— Está bien. — Contestó una vez Eri se había apartado lo suficiente, aunque se asió a la silla donde segundos antes había estado cómodamente sentado sin ningún problema en la cabeza más allá que el de terminar con las vidas de dos inocentes shinobi.
— ¿Y bien? — Preguntó la chica, impaciente, al ver que el niño viraba la vista.
Él solo tragó saliva y comenzó.
— Desde que mi madre murió siendo una joven kunoichi, mi padre, que solo se había dedicado a la agricultura; se vio tan afectado que dejó Kusagakure y vino aquí conmigo, privándome de convertirme en un shinobi como mi madre. — Cada palabra sonaba al igual que el tono con el que se contraba: neutro. — Mi padre se fue recuperando a medida que producía y se expandía con cada cultivo, volvía a ser feliz, esperando a que su hijo también lo fuese, pero eso no fue así, a mí nunca me gustó la agricultura, ni este pueblucho de mala muerte... Solo quería quedarme en la villa donde nací, y ser un buen hijo de mi madre...
El chico tembló al decir aquello último, sin embargo no se movió del sitio.
— ¿Y qué pasa con nosotros? ¿No crees que sería más sensato decírselo a tu padre en vez de intentar matarnos? — Espetó la joven con los brazos cruzados.
— Eso es algo que destrozaría a mi padre, así que decidí que si yo no puedo ser shinobi, nadie podría serlo...
— Está bien. — Contestó una vez Eri se había apartado lo suficiente, aunque se asió a la silla donde segundos antes había estado cómodamente sentado sin ningún problema en la cabeza más allá que el de terminar con las vidas de dos inocentes shinobi.
— ¿Y bien? — Preguntó la chica, impaciente, al ver que el niño viraba la vista.
Él solo tragó saliva y comenzó.
— Desde que mi madre murió siendo una joven kunoichi, mi padre, que solo se había dedicado a la agricultura; se vio tan afectado que dejó Kusagakure y vino aquí conmigo, privándome de convertirme en un shinobi como mi madre. — Cada palabra sonaba al igual que el tono con el que se contraba: neutro. — Mi padre se fue recuperando a medida que producía y se expandía con cada cultivo, volvía a ser feliz, esperando a que su hijo también lo fuese, pero eso no fue así, a mí nunca me gustó la agricultura, ni este pueblucho de mala muerte... Solo quería quedarme en la villa donde nací, y ser un buen hijo de mi madre...
El chico tembló al decir aquello último, sin embargo no se movió del sitio.
— ¿Y qué pasa con nosotros? ¿No crees que sería más sensato decírselo a tu padre en vez de intentar matarnos? — Espetó la joven con los brazos cruzados.
— Eso es algo que destrozaría a mi padre, así que decidí que si yo no puedo ser shinobi, nadie podría serlo...