30/06/2017, 10:53
(Última modificación: 29/07/2017, 02:25 por Amedama Daruu.)
—Ha pasado que hay algo o alguien que no nos quiere hacer ningún bien en el laberinto —respondió Daruu—. Te metieron en un Genjutsu y me atacaste. Tuve que sacarte a la fuerza. ¿Te he hecho mucho daño? Perdón...
Pero Ayame no le estaba escuchando. Ni siquiera sentía ya el dolor en su cuerpo. Había palidecido aún más y sus ojos, anegados de lágrimas intercambiaban su mirada entre la herida sangrante que su compañero tenía en su hombro y sus ojos.
—Y... ¿Yo te he hecho eso...? —preguntó con un hilo de voz—. ¿Te he atacado...?
Algo dentro de ella se hizo mil añicos. Ayame nunca había herido a nadie. Bien era cierto que podría haberlo hecho de mil formas diferentes en algún entrenamiento, pero lo que acababa de suceder era algo muy diferente. Ni siquiera lo recordaba. Y eso sólo podía significar que, si no la hubiera detenido, podría haber llegado a herirle de gravedad sin tan siquiera ser consciente de lo que estaba haciendo.
Peor aún... Podría haber...
Ayame inspiró con fuerza ante la sola idea.
—¡Lo siento! —sollozó, pero reculó contra la pared sin atreverse a acercarse a su compañero. Algo dentro de ella, inconscientemente, temía volver a ser presa de algo así—. Y... yo no quería hacerlo... ¡Ni siquiera era consciente! Yo...
Se odiaba. Se odiaba profundamente por lo que acababa de hacer. Y por haber sido tan estúpida de haber caído en un genjutsu sin haber tenido la oportunidad de deshacerse de él.
Pero Ayame no le estaba escuchando. Ni siquiera sentía ya el dolor en su cuerpo. Había palidecido aún más y sus ojos, anegados de lágrimas intercambiaban su mirada entre la herida sangrante que su compañero tenía en su hombro y sus ojos.
—Y... ¿Yo te he hecho eso...? —preguntó con un hilo de voz—. ¿Te he atacado...?
Algo dentro de ella se hizo mil añicos. Ayame nunca había herido a nadie. Bien era cierto que podría haberlo hecho de mil formas diferentes en algún entrenamiento, pero lo que acababa de suceder era algo muy diferente. Ni siquiera lo recordaba. Y eso sólo podía significar que, si no la hubiera detenido, podría haber llegado a herirle de gravedad sin tan siquiera ser consciente de lo que estaba haciendo.
Peor aún... Podría haber...
Ayame inspiró con fuerza ante la sola idea.
—¡Lo siento! —sollozó, pero reculó contra la pared sin atreverse a acercarse a su compañero. Algo dentro de ella, inconscientemente, temía volver a ser presa de algo así—. Y... yo no quería hacerlo... ¡Ni siquiera era consciente! Yo...
Se odiaba. Se odiaba profundamente por lo que acababa de hacer. Y por haber sido tan estúpida de haber caído en un genjutsu sin haber tenido la oportunidad de deshacerse de él.