4/07/2017, 00:09
Kazama Ritsuko, aquel era el nombre de su oponente. Efectivamente, por el tono de su voz pudo constatar al cien por cien de que se trataba de una kunoichi. Ayame no pudo contener una sonrisa al ver que respondía al sello de la confrontación. Ganara o perdiera, al menos le alegraba saber que se estaba enfrentando a alguien honorable.
Hechas las presentaciones, el pistoletazo de salida fue evidente con el reclamo del público a su alrededor. Estaban deseando ver el espectáculo que tenían que ofrecer las dos muchachas. Ayame se mantuvo en su sitio cuando Ritsuko comenzó a avanzar hacia ella con parsimonia y los brazos ligeramente extendidos a ambos lados del cuerpo.
«¿Qué debo hacer?» Se preguntaba, una y otra vez, al tiempo que flexionaba ligeramente las rodillas y tensaba todos los músculos del cuerpo. «No conozco sus técnicas. No conozco su manera de combatir. Ni siquiera conozco su naturaleza de chakra... y eso puede ser muy peligroso para mí...»
Se mordió el labio inferior. Tampoco podía permitir que se acercara a ella como si nada y arriesgarse a una sorpresa muy desagradable. Por eso, cuando Ritsuko había recortado aproximadamente la mitad de la distancia que las separaba, se decidió. Metió la mano en el portaobjetos que llevaba atado en torno a su pierna derecha y, tras mover los brazos en arco, lanzó dos proyectiles que deberían haberse dirigido hacia su oponente. Pero habían terminado separando sus trayectorias y desviándose a unos dos metros de la kunoichi, uno por cada lado, en forma de triángulo...
Parecía que había fallado el tiro...
Hechas las presentaciones, el pistoletazo de salida fue evidente con el reclamo del público a su alrededor. Estaban deseando ver el espectáculo que tenían que ofrecer las dos muchachas. Ayame se mantuvo en su sitio cuando Ritsuko comenzó a avanzar hacia ella con parsimonia y los brazos ligeramente extendidos a ambos lados del cuerpo.
«¿Qué debo hacer?» Se preguntaba, una y otra vez, al tiempo que flexionaba ligeramente las rodillas y tensaba todos los músculos del cuerpo. «No conozco sus técnicas. No conozco su manera de combatir. Ni siquiera conozco su naturaleza de chakra... y eso puede ser muy peligroso para mí...»
Se mordió el labio inferior. Tampoco podía permitir que se acercara a ella como si nada y arriesgarse a una sorpresa muy desagradable. Por eso, cuando Ritsuko había recortado aproximadamente la mitad de la distancia que las separaba, se decidió. Metió la mano en el portaobjetos que llevaba atado en torno a su pierna derecha y, tras mover los brazos en arco, lanzó dos proyectiles que deberían haberse dirigido hacia su oponente. Pero habían terminado separando sus trayectorias y desviándose a unos dos metros de la kunoichi, uno por cada lado, en forma de triángulo...
Parecía que había fallado el tiro...
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