4/07/2017, 11:28
(Última modificación: 29/07/2017, 02:25 por Amedama Daruu.)
Daruu trataba de aparentar normalidad, que no le dolía, que sólo era un rasguño. Pero Ayame podía ver el reflejo del dolor en sus ojos, y eso sólo la ahogaba más en la pena. ¿Qué pasaría si volvía a caer en una ilusión así y no era capaz de disolverla a tiempo? ¿Y si volvía a atacarle? ¿Y si entonces no conseguía detenerla?
—Ayame —la llamó Daruu, y su voz interrumpió sus caóticos pensamientos—. Somos un equipo. Y somos amigos. Yo confío en ti. Si yo hubiese caído presa de ese Genjutsu, tú habrías tenido que despertarme a mí de él. Probablemente te ha afectado a ti porque ibas la primera. ¿Quieres que vaya yo?
Ayame se mordió el labio inferior, temblorosa. Tenía miedo, pero tampoco podía permitir que su compañero actuara de escudo ante ella. Eso sí que no.
—N... no... no lo sé... —sollozó.
Él negó con la cabeza con un suspiro.
—Olvida eso, hay alguien que quiere hacernos daño —dijo—. Tenemos que tener mucho cuidado y no dejar de prestar atención en ningún momento. Ya he estado a punto de morir una vez. —Ayame se estremeció ante aquella afirmación, recordando lo que había sucedido cuando habían caído en aquel laberinto maldito—. Que me hayas hecho esta herida no quita el hecho de que antes hayas estado dispuesta a dar tu vida por la mía, por cierto. Así que quítate esos fantasmas de la cabeza. Ahora mismo lo único que siento hacia ti es cariño y gratitud. ¡Vamos!
Un rubor cubrió las mejillas de la kunoichi, que apartó la mirada, azorada.
—N... no es nada... Es lo que habría hecho cualquiera que hubiese estado en mi lugar —constató, al tiempo que se reincorporaba con lentitud—. Tenemos que salir de aquí cuanto antes, no podemos seguir cayendo en más trampas así. Si al menos contáramos con alguna pista...
Aún tambaleante y temblorosa, Ayame retomó el paso junto a Daruu. Giraron a derecha, luego a la izquierda y atravesaron un largo pasillo que zigzagueaba y conducía directamente...
A un callejón sin salida.
Ayame hundió los hombros con un pesado suspiro.
—Camino equivocado... Media vuelta —dijo, antes de girar sobre sus talones.
Desandaron lo caminado, y en cuestión de minutos llegaron al mismo punto desde que habían partido. Ahora tenían dos opciones por delante:
—¿Seguimos el pasillo o tomamos esa salida de ahí? —le preguntó a Daruu. En un momento torció el gesto y su voz se tornó insegura—: Si lo que queremos es ir hacia el exterior de la torre, supongo que lo más sensato sería lo segundo pero... si conduce a otra trampa...
—Ayame —la llamó Daruu, y su voz interrumpió sus caóticos pensamientos—. Somos un equipo. Y somos amigos. Yo confío en ti. Si yo hubiese caído presa de ese Genjutsu, tú habrías tenido que despertarme a mí de él. Probablemente te ha afectado a ti porque ibas la primera. ¿Quieres que vaya yo?
Ayame se mordió el labio inferior, temblorosa. Tenía miedo, pero tampoco podía permitir que su compañero actuara de escudo ante ella. Eso sí que no.
—N... no... no lo sé... —sollozó.
Él negó con la cabeza con un suspiro.
—Olvida eso, hay alguien que quiere hacernos daño —dijo—. Tenemos que tener mucho cuidado y no dejar de prestar atención en ningún momento. Ya he estado a punto de morir una vez. —Ayame se estremeció ante aquella afirmación, recordando lo que había sucedido cuando habían caído en aquel laberinto maldito—. Que me hayas hecho esta herida no quita el hecho de que antes hayas estado dispuesta a dar tu vida por la mía, por cierto. Así que quítate esos fantasmas de la cabeza. Ahora mismo lo único que siento hacia ti es cariño y gratitud. ¡Vamos!
Un rubor cubrió las mejillas de la kunoichi, que apartó la mirada, azorada.
—N... no es nada... Es lo que habría hecho cualquiera que hubiese estado en mi lugar —constató, al tiempo que se reincorporaba con lentitud—. Tenemos que salir de aquí cuanto antes, no podemos seguir cayendo en más trampas así. Si al menos contáramos con alguna pista...
Aún tambaleante y temblorosa, Ayame retomó el paso junto a Daruu. Giraron a derecha, luego a la izquierda y atravesaron un largo pasillo que zigzagueaba y conducía directamente...
A un callejón sin salida.
Ayame hundió los hombros con un pesado suspiro.
—Camino equivocado... Media vuelta —dijo, antes de girar sobre sus talones.
Desandaron lo caminado, y en cuestión de minutos llegaron al mismo punto desde que habían partido. Ahora tenían dos opciones por delante:
—¿Seguimos el pasillo o tomamos esa salida de ahí? —le preguntó a Daruu. En un momento torció el gesto y su voz se tornó insegura—: Si lo que queremos es ir hacia el exterior de la torre, supongo que lo más sensato sería lo segundo pero... si conduce a otra trampa...