2/07/2015, 21:28
Pasaba todo tipo de persona por aquel lugar, iban y venían, algunos salían unos minutos a tomar un poco de aire relativamente fresco y volver luego dentro a seguir bebiendo posiblemente. "Ninguno parece divertido..." Pensaba la kunoichi tratando de imaginar posibles bromas que pudiera llegar a jugarle a alguno de los que habían pasado.
Al estar tanto tiempo sin moverse demasiado, Tatsuko empezaba a aburrirse y de paso a dormirse, además que empezaba a sentir algo de frío estando bajo la lluvia y sin abrigo alguno por lo que no duraría demasiado tiempo más en aquel techo, por lo menos no sola.
Justo cuando la chica se había cansado de esperar y se dispuso a retirarse, escuchó una voz bastante clara que al instante dedujo que le estaba hablando a ella, pero al momento de voltearse en la dirección de la que provenía la misteriosa voz no pudo ver a ninguna persona, solo a un gato empapado y de pelaje negro al cual la pelirroja miró fijamente en silencio por unos instantes. "¿Me habló el gato...?" Pensaba ella sin terminar de entender lo que acababa de pasar.
- ¿Fuiste tú señor gato...? - Preguntó ladeando la cabeza aun perdida. - Gato... ¿Gato...? - Seguía observando al animal que tenía ahora en frente, de a poco el ceño de la chica empezó a fruncirse y su cabeza se fue ladeando al lado contrario al que la había inclinado previamente, hasta que finalmente recordó lo que los gatos le traían. - ¡GATO! - Llegó a chillar Tatsuko antes de dar un salto hacia atrás completamente horrorizada de recordar lo que el pelo de esos animales le producía.
- No no no, no te me acerques... Pórtate bien y quédate ahí. ¿Si? Eres un animalito lindo y me entiendes así que me harás caso ¿verdad? Dime que si... No te me acerques... - Ahora mismo Tatsuko estaba hablando con un tonito nervioso. Además de la cara y el tono, la chica había empezado a hablar bastante rápido, aún no llegaba a lo inentendible pero era lo suficientemente rápido como para no dar tiempo a responder, por lo menos hasta que se callase por completo.
Al estar tanto tiempo sin moverse demasiado, Tatsuko empezaba a aburrirse y de paso a dormirse, además que empezaba a sentir algo de frío estando bajo la lluvia y sin abrigo alguno por lo que no duraría demasiado tiempo más en aquel techo, por lo menos no sola.
Justo cuando la chica se había cansado de esperar y se dispuso a retirarse, escuchó una voz bastante clara que al instante dedujo que le estaba hablando a ella, pero al momento de voltearse en la dirección de la que provenía la misteriosa voz no pudo ver a ninguna persona, solo a un gato empapado y de pelaje negro al cual la pelirroja miró fijamente en silencio por unos instantes. "¿Me habló el gato...?" Pensaba ella sin terminar de entender lo que acababa de pasar.
- ¿Fuiste tú señor gato...? - Preguntó ladeando la cabeza aun perdida. - Gato... ¿Gato...? - Seguía observando al animal que tenía ahora en frente, de a poco el ceño de la chica empezó a fruncirse y su cabeza se fue ladeando al lado contrario al que la había inclinado previamente, hasta que finalmente recordó lo que los gatos le traían. - ¡GATO! - Llegó a chillar Tatsuko antes de dar un salto hacia atrás completamente horrorizada de recordar lo que el pelo de esos animales le producía.
- No no no, no te me acerques... Pórtate bien y quédate ahí. ¿Si? Eres un animalito lindo y me entiendes así que me harás caso ¿verdad? Dime que si... No te me acerques... - Ahora mismo Tatsuko estaba hablando con un tonito nervioso. Además de la cara y el tono, la chica había empezado a hablar bastante rápido, aún no llegaba a lo inentendible pero era lo suficientemente rápido como para no dar tiempo a responder, por lo menos hasta que se callase por completo.