5/07/2017, 15:30
Todos los días en el Valle de los Dojos eran iguales, ni un ápice de lluvia, el sol radiante todos los días y el calor practicamente insoportable, nada como el cómodo clima del país de la tormenta, en estos momentos empezaba a extrañar a la lluvia...
Las calles de Sendōshi estaba bastante transitadas, demostrando así que efectivamente era la capital, después de todo el área comercial parecía no descansar ni un segundo, gente por aquí, personas más allá y locales ofreciendo sus productos a todos los posibles compradores.
Este día en particular mi vestimenta era de lo más fresca, una franela blanca manga larga de tela fina, quería proteger mi piel del sol y no tener que ser victima de las altas temperaturas, un pantalón largo de color azul marino de tela un poco más gruesa, pero bastante fresco igual y las típicas sandalias ninjas, en mi frente yacía mi bandana, últimamente no la dejaba ni para salir a la esquina del complejo residencial, al igual que todas mis herramientas; uno debía ser precavido.
Tras caminar por por la marea de personas mi cuerpo empezaba a sudar, rápidamente se volvió pegajoso e un poco incómodo, era por eso que en Amegakure uno andaba mojado sí, pero se sentía fresco y no pegajoso, o por lo menos era mi percepción... Ante el continuo ataque de los vendedores terminé claudicando por comprar un granizado, uno con sabor a uva, artificial sí, pero delicioso.
Seguí mi rumbo sin dirección, este día me lo dedicaría a relajarme no tenía ganas de entrenar ni pelear, todo sería calma y paz, o eso tenía en mente. Mientras sorbía por el pitillo y mis ojos curiosos buscaban algún interesante para entrar, observé un grupo de personas aglomeradas, estaban en la calle pero a un costado sin interferir con la afluencia normal. Con curiosidad mis pies se movieron hasta ese lugar, claro sin dejar de beber el granizado morado.
Me tuve que hacer entre los mayores que tapaban prácticamente toda la visión, mis ojos detallaron lo que posiblemente sería un teatro de marionetas, habían muchos niños sentados esperando el inicio del acto y a estas alturas era un poco difícil salir nuevamente, toda esas personas me estaban sofocando, pero no estaba tan mal mientras el granizado estuviese refrescandome. No obstante, algunas personas dirigieron mi mirada por el sutil ruido que ocasionaban las partículas congeladas al ser aspiradas.
Me mantuve de pie y viendo directo a donde deberían estar las marionetas, ya estaba ahí, por lo menos debía disfrutar del primer acto...
Las calles de Sendōshi estaba bastante transitadas, demostrando así que efectivamente era la capital, después de todo el área comercial parecía no descansar ni un segundo, gente por aquí, personas más allá y locales ofreciendo sus productos a todos los posibles compradores.
Este día en particular mi vestimenta era de lo más fresca, una franela blanca manga larga de tela fina, quería proteger mi piel del sol y no tener que ser victima de las altas temperaturas, un pantalón largo de color azul marino de tela un poco más gruesa, pero bastante fresco igual y las típicas sandalias ninjas, en mi frente yacía mi bandana, últimamente no la dejaba ni para salir a la esquina del complejo residencial, al igual que todas mis herramientas; uno debía ser precavido.
Tras caminar por por la marea de personas mi cuerpo empezaba a sudar, rápidamente se volvió pegajoso e un poco incómodo, era por eso que en Amegakure uno andaba mojado sí, pero se sentía fresco y no pegajoso, o por lo menos era mi percepción... Ante el continuo ataque de los vendedores terminé claudicando por comprar un granizado, uno con sabor a uva, artificial sí, pero delicioso.
Seguí mi rumbo sin dirección, este día me lo dedicaría a relajarme no tenía ganas de entrenar ni pelear, todo sería calma y paz, o eso tenía en mente. Mientras sorbía por el pitillo y mis ojos curiosos buscaban algún interesante para entrar, observé un grupo de personas aglomeradas, estaban en la calle pero a un costado sin interferir con la afluencia normal. Con curiosidad mis pies se movieron hasta ese lugar, claro sin dejar de beber el granizado morado.
Me tuve que hacer entre los mayores que tapaban prácticamente toda la visión, mis ojos detallaron lo que posiblemente sería un teatro de marionetas, habían muchos niños sentados esperando el inicio del acto y a estas alturas era un poco difícil salir nuevamente, toda esas personas me estaban sofocando, pero no estaba tan mal mientras el granizado estuviese refrescandome. No obstante, algunas personas dirigieron mi mirada por el sutil ruido que ocasionaban las partículas congeladas al ser aspiradas.
Me mantuve de pie y viendo directo a donde deberían estar las marionetas, ya estaba ahí, por lo menos debía disfrutar del primer acto...