7/07/2017, 10:38
(Última modificación: 28/07/2017, 19:21 por Uchiha Akame.)
El personaje ensanchó aquella sonrisa bobalicona tras las palabras del shinobi. Como si de repente hubiese recobrado el ánimo que el darse cuenta de que fumar tabaco mataba le había quitado, Skippy dio una palmada de júbilo.
—¡Sí, tío, síííí!
Luego se ajustó las gafas, que le caían por la nariz a cada poco, y dedicó otra mirada indescifrable al shinobi de Ame.
—Necesito toxinas, hay que buscar a mi primo Yaimu. Seguramente está en Lindesvan —soltó de repente, dándose media vuelta y echando a andar hacia la zona de bares del Distrito Comercial.
A aquellas horas de la noche las calles principales del barrio de marcha de Amegakure estaban bastante abarrotadas, mientras que en los oscuros callejones circundantes sólo se podía encontrar gente que —comúnmente— era sinónimo de problemas. A una de estas callejuelas fue directo Skippy, argumentando que "había que acortar el camino". Así que allí se encontró el gennin de repente, junto a aquel tipo tan raro en mitad de un callejón únicamente iluminado por la farola que había al principio, en la esquina con otra calle más amplia.
Había un hombre. Sus rasgos no eran especialmente distinguibles en la oscuridad, pero era claramente un hombre; una figura alargada y negra, con la espalda apoyada en la pared del callejón.
—Eh, amigo, ¿tienes hora? —preguntó desde su posición, sin dejar claro si se refería a Kaido, a Skippy, o a ambos.
El shinobi pudo oír un crujido a su espalda, y si se volteaba vería que un par de tipos más habían doblado la esquina del callejón y se les acercaban con andares apresurados.
—¡Sí, tío, síííí!
Luego se ajustó las gafas, que le caían por la nariz a cada poco, y dedicó otra mirada indescifrable al shinobi de Ame.
—Necesito toxinas, hay que buscar a mi primo Yaimu. Seguramente está en Lindesvan —soltó de repente, dándose media vuelta y echando a andar hacia la zona de bares del Distrito Comercial.
A aquellas horas de la noche las calles principales del barrio de marcha de Amegakure estaban bastante abarrotadas, mientras que en los oscuros callejones circundantes sólo se podía encontrar gente que —comúnmente— era sinónimo de problemas. A una de estas callejuelas fue directo Skippy, argumentando que "había que acortar el camino". Así que allí se encontró el gennin de repente, junto a aquel tipo tan raro en mitad de un callejón únicamente iluminado por la farola que había al principio, en la esquina con otra calle más amplia.
Había un hombre. Sus rasgos no eran especialmente distinguibles en la oscuridad, pero era claramente un hombre; una figura alargada y negra, con la espalda apoyada en la pared del callejón.
—Eh, amigo, ¿tienes hora? —preguntó desde su posición, sin dejar claro si se refería a Kaido, a Skippy, o a ambos.
El shinobi pudo oír un crujido a su espalda, y si se volteaba vería que un par de tipos más habían doblado la esquina del callejón y se les acercaban con andares apresurados.